Me gusta ver partidos de fútbol en los bares porque, además de ver fútbol,
conoces gente. Ver un partido de fútbol en el bar es como hacer el amor,
mientras que verlo en casa sentado en el sofá es como masturbarse. Ahora bien,
en los bares no se ve fútbol, sino partidos de la Liga española. Las
encantadoras pizarritas donde muchos bares anuncian los partidos del día sólo
tienen espacio para un Real Sociedad-Barça o incluso un Osasuna-Deportivo, pero
no para un Sudáfrica-Cabo Verde. Lástima. Es posible que algún día podamos
aburrirnos viendo un Milan-Juventus en el bar de la esquina, y conozco algunos
bares que saben que ofrecer partidos de la Premier League garantiza un par de
horas de diversión y de bebedores de cerveza. Pero es casi imposible que la
pizarrita de un bar anuncie un partido de la Copa de África. No lo
entiendo.
La Copa de África (Eurosport) es al fútbol lo que la trilogía
original de “La guerra de las galaxias” es al cine. El fútbol europeo es muy
superior técnica y tácticamente al fútbol africano, tiene más y mejores efectos
especiales, mucho más dinero, entrenadores prestigiosos, actores famosísimos muy
bien pagados y todo lo que se quiera, pero no siempre sabe a fútbol. El fútbol
europeo es como la lujosa trilogía de “La guerra de las galaxias” con la que
George Lucas llenó los cines y vació algún que otro corazón. El episodio IV de
“La guerra de las galaxias” tiene muchísimo más encanto que el episodio I, y un
partido de la Copa de África tiene muchísimo más encanto que un monólogo de Jar
Jar Binks. El fútbol europeo cree que el tamaño sí importa, y a veces cree que
el tamaño es lo único que importa. Príapo, hijo de Dionisio (o de Zeus) y
Afrodita, tenía un enorme miembro viril, pero el tamaño no da la felicidad ni
garantiza el placer. El priapismo del Barça o incluso del Deportivo, como el
gigantismo de la segunda trilogía de “La guerra de las galaxias”, no es garantía
de disfrute ni, como dice el galán de “Amarcord”, concede siempre la intimidad
posterior. Y los bares y el fútbol viven de la intimidad posterior.
Solo un hombre triple podría a la vez escribir un artículo, hablar de algo que marcó una época y opinar de otra cosa que está llamada a marcar una época. Excelente.
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