Me cago en las muelas de Jesús Calleja. Mal comienzo para un artículo, sobre todo si lo lee Juan Luis Arsuaga, codirector de las excavaciones
en la Sierra
de Atapuerca. Así que cuidemos más lo que decimos y seamos más precisos. Me
cago en los incisivos, los caninos, los premolares y los molares de Jesús
Calleja. Mejor.
Es que ya me está fastidiando el dichoso aventurero y
montañero que protagoniza “Desafío extremo” los domingos por la noche en
Cuatro. Y no digo dichoso porque me resulte molesto, lo digo porque se le ve
lleno de dicha y feliz cuando visita lugares a los que el común de los
espectadores no podemos acceder ni en sueños.
Hasta ahora se dedicaba a engolarse en lugares a los que nos
daría vértigo ir, sitios demasiado peligrosos para una persona que se marea en
autobús y parajes en los que hace un frío que pela. Es que daba pereza hasta
verlo por la tele. Pero lleva unos días que me está poniendo los dientes tan
largos como en aquel chiste de mamá, mamá, en clase me llaman dientones, no
hagas caso, niño, y levanta la cabeza que rayas el suelo.
Hace dos semanas, Calleja fue a bucear y descubrió un barco
romano intacto hundido en las Baleares. Qué envidia. Anteayer visitó Atapuerca
con pase VIP que le permitió meter las narices en todos los yacimientos…
¡incluida la Sima
de los Huesos! Decir envidia es decir poco. El hasta ahora viajero en el
espacio se ha convertido en un viajero en el tiempo: deja de ser el Mallory de Cuatro para convertirse en su
Indiana Jones particular que solo
tiene que llegar y besar el santo. Y los arqueólogos y los paleontólogos
encantados de poder divulgar su trabajo colaborando con Calleja. Qué suerte
tiene el jodío.
Pues que sepa Arsuaga que aquí estoy para lo que quiera, que
me pongo a su entera disposición, que ya me sé los nombres de la dentadura
humana, que visitar Atapuerca y el Museo de la Evolución Humana
como turista fue maravilloso pero lo que quiero es un pase VIP como el de
Calleja, me cago en sus muelas.
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