Imaginemos la siguiente situación: viernes noche, “Sálvame Deluxe”. Pipi Estrada se somete al polígrafo y ha de aclarar si mató a algún compañero de trabajo alguna vez. Pipi responde que sí, aunque matiza que sólo fue un homicidio, ya que no tenía voluntad de acabar con su vida. Matamoros toma la palabra y pregunta si al margen de ese homicidio no ha habido algún asesinato de verdad. Pipi se revuelve en la silla y contesta que no va a aceptar ese tipo de preguntas de alguien que tiene interpuesta una denuncia por asesinato en el despacho de una conocida abogada. Matamoros se levanta y camina hacia el invitado gritándole que tiene tres minutos para retirar lo dicho antes de llevar esa acusación a los tribunales. Pipi también se levanta, y las dos acémilas -DRAE, segunda acepción- se encaran en un intercambio de gritos: uno niega estar imputado por asesinato, el otro se mantiene firme asegurando que la denuncia existe. Kiko, despreciativo y arrogante, llama por teléfono a su abogado. Jorge Javier no ha intervenido en la escena; es una estatua pequeñita a la izquierda de la pantalla.
Una situación como la descrita provocaría con seguridad una ola de indignación y repulsa que obligaría a la dirección de Telecinco a cancelar el programa. ¿Por qué, entonces, no ocurre nada semejante cuando el delito al que nos referimos no es el asesinato sino el maltrato físico a la mujer? El pasado viernes, el asqueroso programa “Sálvame Deluxe” volvió a hacer espectáculo con la violencia contra las mujeres en una asquerosa, -cualquier escritor sabe que no queda bien citar dos veces la misma palabra en la misma frase, pero es difícil hablar de lo ocurrido sin repetir constantemente “asqueroso”-, escena idéntica a la fantaseada en el primer párrafo, si bien referida no a un asesinato sino a una agresión física a la pareja. ¿Por qué no aparece ahora esa ola de indignación y repulsa? ¿Por qué Telecinco mantiene ese programa en antena? ¿Por qué el público -por cierto, muy mayoritariamente femenino- sigue viéndolo?
Porque críticos hay que aunque maduran siguen viendo canales morbo. Salud.
ResponderEliminarAlgunos vivís del cuento de criticar en 200 de 365 reseñas a Telecinco, otros lo hacen de contar sus propias miserias. Yo vivo dando un servicio a los clientes. Cada uno hace lo que puede. Estoy harto de profetas. Harto de que me digan que es lo que tengo que ver o no. Parece que no te has dado cuenta de que los que te leemos tenemos un mínimo de cultura, y lo único que haces es dorarnos la píldora. ¿Me explico?, supongo que no, ni falta que hace.
ResponderEliminarCaguntó, lo de que criticamos a Telecinco 200 de 365 reseñas me llegó al alma. Y, como estoy medio pirado, me puse a contarlas:
ResponderEliminarEn 2012, de 365 columnas, criticamos a Telecinco en 61. Son públicas y las puede contar cualquiera. Como dice el refrán, de 61 a 200 hay un trecho.