La noche del próximo lunes, 24 de diciembre, tendrá lugar
una nueva entrega de la exitosa la teleserie “Mensaje de Navidad de su majestad
el rey”. La expectación que esta entrega ha creado entre sus seguidores es
creciente, pues en los últimos capítulos la situación de enredo y complejidad
argumental ha alcanzado cotas de calidad nunca vistas en la ficción española.
Recordemos que “Mensaje de Navidad de su majestad el rey”
nació en los años 70 del siglo pasado como un spin-off de “Mensaje de Navidad de su Excelencia el Jefe del
Estado”, una vieja teleserie nacional de temática similar, pero que contaba con
un reparto caduco y guiones ya superados empeñados en españolizar a los niños
catalanes, en enseñar en escuelas separadas a los niños y las niñas, y en
potenciar el adoctrinamiento católico en las aulas públicas. “Mensaje de
Navidad de su majestad el rey” supuso en su día la renovación del género, sin
embargo, con el paso de los años se volvió más repetitivo y previsible,
perdiendo muchos seguidores. Esto se debió en parte a la progresiva
incorporación de personajes secundarios planos que se limitaban a alimentar
sosas tramas secundarias basadas en noviazgos, bodas y bautizos. La teleserie
entró entonces en una fase acomodaticia y conservadora, con un constante recurso a
los mismos clichés.
Inopinadamente, los guionistas resucitaron esta vieja serie renovando
la trama. Los personajes secundarios se ven envueltos en separaciones matrimoniales,
problemas de finanzas y líos con la justicia inspirados en “Falcon Crest”. El
protagonista sufre un estado de atribulación personal y confusión vital similar
a la de Tony Soprano. El público
espera con interés la entrega del próximo lunes, en la que el último giro
argumental de los guionistas pondrá a prueba la contenida interpretación de Juan Carlos Borbón, en el papel protagonista
de rey, quien tendrá que dar verosimilitud a un personaje cada vez más complejo
y atormentado.
Espero que no expliquen los recortes en educación, cultura y sanidad, entre otros, de este Gobierno con la tan manida excusa de "lo hizo un mago".
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