Según un reciente trabajo del Instituto para el Estudio de Relaciones Humanas que no Funcionarán, perteneciente a la Universidad de Milwaukee, uno de cada cuatro norteamericanos señala a “Los Simpson” como la relación personal más prolongada en el tiempo que han mantenido con alguien que no pertenezca a su familia. El padre, la madre, los hermanos y hermanas, yernas, nueros y avunculados, nos vienen impuestos. Pero las parejas y amigos los seleccionamos dentro de nuestras posibilidades adquisitivas, lo que provoca que estas relaciones puedan ser más inestables que las primeras. Marge y Homer, Bart, Lisa y Maggie han alcanzado ya su vigésima segunda temporada y estos días Antena 3 la estrena para todos nosotros. Ya son veintidós años, tiempo suficiente para que una relación atraviese todos los estadios previos a su establecimiento sereno, sólido y definitivo como una pieza fundamental de nuestra red social. Repitamos el dato inventado: “Los Simpson” suponen la relación humana más estable y significativa que ha conseguido establecer el veinticinco por ciento de los estadounidenses.
No escuchan atentamente nuestros problemas, pero nos hacen olvidarlos durante media hora al día. No comen, beben y ríen con nosotros cuando nos reunimos para pasarlo bien, pero tenemos la certeza que ellos serían bienvenidos en nuestras fiestas y nosotros en las de ellos. Nunca nos alaban, pero nunca nos reprochan nada. Tienen la desventaja de no ser reales -a diferencia de algunas parejas y amigos-, pero también tienen la ventaja de no ser reales -a diferencia de algunas parejas y amigos-. Ya no tienen el brillo fascinante de sus comienzos, sino la sencilla dignidad de una rutina meritoria, como las más hermosas y duraderas historias de amor y de amistad. Pregúntese a cuántas personas conoce desde hace veintidós años con la solidez y la complicidad con la que conoce a Homer Simpson. Quizá esté usted más cerca de lo que cree de formar parte de ese veinticinco por ciento.
Indudablemente yo forma parte del porcentaje de hombres que se sienten tan identificados con Homer que, a veces, podrían ser su doble.
ResponderEliminarDices que no son reales, -a diferencia de algunas parejas y amigos-; yo digo que no son reales, -a semejanza de algunas parejas y amigos-. Es más, la mayoría de las veces son de una realidad aplastante, mucho más que muchísimas personas de carne y “güeso”.
Espero que no me dejen nunca, pero que también desaparezcan conmigo. No me gustaría perderme el final de sus “aventuras cotidianas”.