Ay, mamita, qué miedo. Que se acaba el mundo. Que va en
serio. Que lo de los mayas es una tontería, sí, pero están pasando cosas que
solo pueden ser señales de que se están agrietando los cimientos de la realidad
como antesala del desmoronamiento total del continuo espacio-tiempo en un
colapso que… Resumiendo: que esto se va a la mierda.
A ver, es normal que Cuatro aproveche estos días para arañar
espectadores emitiendo películas apocalípticas y catastróficas. Y es normal que
su mascota, Fríker Jímenez, se
aproveche especialmente ofreciendo un popurrí de finales del mundo según
diferentes creencias (ya saben: todo vale). Incluso es normal que salte al
mundo del porno “oficial” alguna participante de esa otra forma de porno que es
“Mujeres y hombre y viceversa”, igual que es normal que los realities sean la principal cantera de
la que se alimentan las portadas de “Interviú”: el Photoshop es a la piel lo
que un reality es a la realidad.
Parece, en efecto, que todo está en su sitio: ninguna franquicia de “La voz” se detiene porque una ‘coach’ de la edición mejicana se haya matado en un accidente, este
programa destinado a descubrir jóvenes talentos anula su gira pero permite a la
veterana Rosario sacar nuevo disco,
una tele catalana es multada por servir de altavoz al bocazas xenófobo del “Yoyas”, Karmele Marchante está embargada porque tiene que pagar varias
multas por cotilla entrometida, y un chiflado pega un tiro a su novia por no
creer en “The walking dead”. Tanta anormalidad entra dentro de lo normal, pero…
Pero que los informativos empiecen a dar noticias de
desmentidos del fin del mundo surte el mismo efecto que un famoso desmintiendo
la paternidad de una criatura. Que el Gobierno de EEUU pida tranquilidad solo nos
pone más nerviosos. Que la NASA
desmienta punto por punto el inminente fin le da un peso que antes no tenía. ¡Si
hasta el Observatorio astronómico del Vaticano dice que no llegará “por ahora”! Como dediquen un “Pueblo de
Dios” a explicar por qué su Apocalipsis es mejor que el maya, yo lo vendo todo,
cojo la primera nave extraterrestre que pase y me las piro.
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