No sé si, como canta Luis Eduardo Aute, todo en la vida es cine o más bien si, como decía Jean-Luc Godard, el cine es la verdad 24 fotogramas por segundo. Stanley Donen dejó dicho que el cine consiste en mentir a 24 fotogramas por segundo. Y Billy Wilder, que pasaba bastante de la verdad y de la mentira, se conformaba con que una película consiguiera que un individuo olvidara por dos segundos que ha aparcado mal el coche o que no ha pagado la factura del gas. No sé si el cine es la vida, la verdad, la mentira o el olvido de los problemas cotidianos. Yo sólo creo en “¡Qué bello es vivir!”.
La programación de Nochebuena tiene sus propios códigos, así que no es extraño que tras el Mensaje de la momia de Ramsés II los espectadores pudiéramos cenar en compañía de Alejandro Sanz y Miguel Bosé (TVE-1) o beber una copa de cava mientras James Stewart descubre en “¡Qué bello es vivir!” (Paramount Channel) que ser una buena persona es mejor que ser el hombre más rico de Bedford Falls. Seguro que las canciones de un Miguel Bosé vestido para la ocasión por un enemigo de la especie humana derrotaron en los índices de audiencia a la conmovedora historia de un hombre que comprueba que nadie es un fracaso si tiene amigos, pero eso lo de menos. No hay que ponerse tan exquisito como Óscar Wilde cuando decía que la obra fue un gran éxito, pero el público fue un desastre. “¡Qué bello es vivir!” siempre es un éxito aunque el público prefiera pasar la Nochebuena tarareando “Bandido” porque Miguel Bosé es contingente, pero George Bailey es necesario. Del mismo modo que el juego de construcción Exin Castillos no tiene nada que ver con la Edad Media o el juego de los Harlem Globetrotters no tiene nada que ver con el baloncesto, pero a todos nos gusta construir castillos con piezas de plástico y ver a los Harlem Globetrotters derrotar a los New York Nationals, todos lloramos con el final de “¡Qué bello es vivir!” aunque no existan los ángeles porque a todos nos gusta que el cine levante castillos en blanco y negro y haga malabarismos para que George regale la Luna a Mary.
En la película “Mejor… imposible”, Melvin regala a Carol un piropo maravilloso: “Tú haces que quiera ser mejor persona”. Una Nochebuena más, George Bailey ha conseguido que muchos queramos ser mejores personas. Gracias.
Gracias a ti, Antonio
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