Si vas a decir cosas radicales, ponte un traje.
Esta sugerente frase no la pronunció Barney Stinson en “Cómo conocí a vuestra
madre”, sino el político escocés Alex Salmond. Con permiso del señor Salmond, vamos
a retocar su frase añadiendo sólo un par de palabras: si vas a decir cosas
radicales, ponte un traje de enfermera. Y ya estamos en la serie “Llama a la
comadrona” (AXN White).
Me
gustan las camareras protagonistas de “Dos chicas sin blanca” (TNT), en
especial la deslenguada Max Black (“El sushi es de vagos: ¡cocina ese
pescado!”). Me encanta Carrie Mathison, la protagonista absoluta (mucho más que
Nicholas Brody, ese Anakin Skywalker al que en principio la fuerza de Abu Nazir
transforma en un Darth Vader algo desganado) de “Homeland” (Fox). Adoro a la
agente del FBI Olivia Dunham asignada a la división “Fringe” (Canal +), y no me
importa acompañarla más allá de las leyes de la física. Desde el primer
capítulo de “Isabel” (TVE), la fuerte fragilidad de Isabel me ganó para su
causa. Pero hay una nueva mujer en el Olimpo femenino televisivo. Es una joven
comadrona llamada Jenny que recorre en bicicleta las calles del East End
londinense a finales de los años cincuenta del pasado siglo. La sencilla vida cotidiana
de Jenny en el hogar de las enfermeras monjas de San Ramón Nonato, sus momentos
de descanso, sus conversaciones con otras enfermeras o con las monjas, todo eso
queda atrás en cuanto Jenny se pone el traje de enfermera y se sube a la bici.
Jenny puede decir cosas importantes cuando está en bata y camisón, pero dice
cosas radicales cuando lleva puesto su delicioso uniforme de enfermera (con
gorrito incluido) y se enfrenta a la dura realidad.
Hay
que escuchar a Jenny cuando se pone traje porque habla de cosas tan radicales
como el respeto al cuerpo y la lucha del hombre para domesticar el sufrimiento.
Vestida para ayudar a la vida, armada con un sencillo maletín, segura de sus
conocimientos, convencida de que las verdaderas heroínas son las mujeres que paren
con dolor en medio de la miseria material, Jenny es una comadrona radical
oculta tras la dulce mirada de la actriz Jessica Raine. Ponte traje, Jenny, y
ayúdanos a entender no sólo cómo, sino de dónde venimos.
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