26/11/12

LAS PÁGINAS TONTAS

Una vez más tenemos que denunciar desde estas líneas el papel de aborregamiento y frivolización de la sociedad que desempeñan los libros, especialmente entre la gente más joven.  Las “páginas tontas”, -como se conoce popularmente a los libros-, son en buena parte responsables del ínfimo nivel cultural de la ciudadanía. Mientras una crisis económica sin precedentes está poniendo en peligro las conquistas sociales del último siglo y coloca en situaciones dificilísimas a millones de familias en nuestro país, los libros siguen dedicándose a entretener con banalidades a los lectores, haciéndoles vivir en un mundo de cotilleos, sensacionalismos e ignorancia.

Basta darse una vuelta por cualquier librería para encontrar innumerables ejemplos. “La vida según Trancas y Barrancas. Porque para llegar lejos hay que ser una hormiguita”; una sucesión de chascarrillos chuscos y ñoñerías supuestamente transgresoras a cargo de estos dos conocidos personajes infantiles. “Parece difícil pero no lo es”, de Ángel Llácer; dentro del abominable género de la autoayuda y las exhortaciones al éxito desde el optimismo más ramplón no parece fácil encontrar un libro peor escrito que éste, con peores valores y peor enfocado para el lector de una sociedad democrática. “#annoyomics: el arte de molestar para ganar dinero”; Risto Mejide y su emofascismo soft hace con este libro lo que el propio título apunta: molesta y gana dinero. Y a su lado, la aburridísima autobiografía de Jorge Javier Vázquez “La vida iba en serio”, Tania Llaseras confundiendo el sexo con la gimnasia y las cosquillas en “El sexo sentido”, María Teresa Campos se pone en la piel de la princesa Letizia en... oh, no... “Princesa Letizia”.

Los especialistas recomiendan limitar el acceso de los jóvenes a los libros y establecer un número máximo de horas de lectura para evitar el atrofiamiento del desarrollo intelectual. Tras el repaso del párrafo anterior casi recomendaríamos la abstinencia completa de la lectura. Yo, por supuesto, no leo libros. Soy un intelectual: prefiero cultivar mi intelecto oyendo la radio.

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