Qué pesaditos están todos esos de “La voz” (noche de los
miércoles, en Telecinco). Se comprende el entusiasmo en los jefazos porque se están
forrando. También se entiende en los “coaches” (¿por qué no “asesores”?) y en
sus asesores (¿por qué no “coaches de coaches”) porque disfrutan de una campaña
promocional que vale más que todo lo que les puedan pagar… y encima les
pagarán, claro. Lo que no se explica es el entusiasmo de los concursantes.
Los concursantes de “La voz” ya deberían estar de vuelta de
todo. Casi todos tienen el culo pelado de participar en concursos de talento
que no les han servido de nada porque siguen en el mismo sitio a pesar de que
en ellos les han dicho hermosas palabras como tú sí que vales, tienes talento,
eres el número uno, tienes factor X, eres gente de primera, eres eurojunior,
ven a misión Eurovisión, sométete a la operación triunfo ocho o canta copla
porque estamos en Canal Sur y esto se llama copla.
Que quede claro. El proceso de selección, el numerito del
pulsador y el sillón giratorio, la tensión de los combates, los lloriqueos ante
lo difícil que es elegir a un ganador solo evidencian que quienes concursan,
compiten y se juegan su carrera no son los concursante oficiales sino los
asesores (“coaches”) y los coaches de los coaches (“asesores”). Da igual que
nadie girara su sillón cuando cantó Alfonso
Aibar (ex Tony Las Vegas en “La
parodia nacional” de Antena 3) o los cuatro giraran su sillón cuando cantó Paco Arrojo (exconcursante de “Gente de
Primera” en La 1 y excantante en plantilla de “Toma nota” en Telecinco). Da
igual que Melendi eligiera Susana y no a Mercedes, Malú a Rebeca y no a Bea, Bisbal a Mara y no a Eva, Rosario a Juan Carlos y no a David, y Tiziano Ferro
no quisiera eliminar ni a Eli ni a Efrén: solo competían entre ellos a ver
quién era mejor “asecouch” para ganar el puesto de “couchsesor” en “La voz II”.
Tarde o temprano, a los aspirantes solo les quedará el recuerdo de haber sido
centrifugados tras participar en “La coz”.
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