1/10/12

NADIE SONRÍE EN YSTAD


Como mucho, hacen una mueca que recuerda a la sonrisa, pero es un gesto fugaz, atrofiado, un resto atávico de la época en la que el mal no se había convertido en el dueño absoluto del mundo. Ystad es un pequeño pueblo situado en la costa sur de Suecia, en la región de Skane, y allí trabaja Kurt Wallander como detective de la policía. Su creador es el escritor de novela negra Henning Mankell y la BBC ya ha terminado la tercera de las cuatro temporadas de las que constará la adaptación a la televisión de las historias de Mankell. Estas semanas podemos ver en España los desolados capítulos de la T3 de esta serie en el canal de pago TNT.

“Wallander” es la historia de un policía que intenta desesperadamente ganar cada pequeña batalla que libra contra el mal aunque tiene la absoluta certeza de que la guerra está y estará siempre definitivamente perdida. En algún momento tomamos el camino equivocado y la escarcha venció por completo al espíritu de los hombres. Las tierras se volvieron estériles y los paisajes se unificaron bajo nieblas indiferentes alteradas por alguna granja aislada en donde las personas sufren. En la comarca de Skane las personas sufren, y hablan en voz baja balbuceando, y dejan las frases sin terminar, y se despiden sin mirarse a la cara. La propia biografía del detective está esculpida por el estado de ánimo de Ystad: una intimidad estéril e indiferente, mujeres aisladas que sufren, la absoluta certeza de que su vida está y estará siempre definitivamente perdida.

Al término de cada capítulo el asesino es detenido, la conspiración se interrumpe o se consigue salvar la vida del rehén justo en el momento en el que iba a morir. Pero eso no quiere decir que en “Wallander” haya finales felices. La resolución de un caso sólo es un punto más en la línea continua del mal. Tras cada crimen viene otro. Suena el teléfono y Kurt Wallander comienza otra rutinaria lucha contra lo invencible. La ansiedad y sus fragores sordos volviendo siempre al lugar de partida. Nunca hay finales felices en Ystad.

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