Yo, al principio, -tengo testigos-, apoyaba a Mariló. Estaba seguro de que su discurso acerca de la migración de las almas en conexión con el trasplante de órganos había sido una gran licencia poética, un juego de realismo mágico que reflexionaba sobre la maldad inherente al asesino de El Salobral como si fuera una maldad tan densa, tan compacta que se hubiera vuelto materia infiltrada en cada célula del criminal. Los mismos puntos suspensivos de los que todo estaba impregnado parecían enfatizar el efecto literario. No era más que una reflexión amarga sobre el mal y sus esencias hecha en el tono de una alegoría fantástica extraordinariamente sugerente, de una suave ontología poética coherente con sus grandes ojos oscuros. Como cuando en “Como agua para chocolate” todos los comensales de un banquete empiezan a llorar a la vez al comer un guiso sobre el que había llorado la cocinera. Y los buitres de siempre que nunca entienden nada, los que babean buscando a quien herir, los que tienen garras para el arpa, habían caído sobre la presentadora como los depredadores se ensañan con las presas fáciles.
Pero después, uno o dos días después, salió a matizar y defender sus palabras. Y ahí es donde se estropeó todo. Porque quedó claro que la víspera había hablado en serio, que admitía la posibilidad de que el alma de una persona pudiera transmitirse a través de sus órganos. Se refirió a un caso en el que un receptor de un corazón había empezado a tener los sentimientos propios del donante y se me vino abajo mi elaborada teoría sobre Mariló. Ni licencia poética, ni juego de realismo mágico, ni puntos suspensivos, ni reflexión amarga sobre el mal y sus esencias, ni alegoría fantástica y sugerente, ni suave ontología poética, ni pollas. Es todo mucho más sencillo: lo único que ocurrió es que Mariló es tonta, pero tonta tonta, tonta total, tonta que rompería todos los tontómetros a los que se sometiese, tonta en un estado químicamente puro. Ningún animal se especializa en dos estrategias de supervivencia diferentes.
1 comentario:
Genial como siempre, Antonio. Y Mariló, además de tonta, tonta, de romper tontódromos, demuestra ser mala persona.
Un abrazo
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