Anteayer, en “Los desayunos de TVE”, María Casado entrevistó al ataque a Bernardo Álvarez, embajador de Venezuela en España. Además de
sustituta de Ana Pastor, es su digna
heredera. Pasen y lean.
Se felicita el embajador por la “fiesta democrática” de las elecciones. Ataca Casado.
- Pero me va a admitir
que el propio Chávez alertó de la posibilidad de una guerra civil.
Álvarez se escabulle.
- Pero esa guerra
civil que anunciaba no era real.
Vuelve a escabullirse.
- ¿Y usted entiende
los rumores sobre el posible fraude?
Huye diciendo que sí porque está “100% auditado”.
- ¿Y eso garantiza que
no haya fraude? ¿Lo garantiza?
Vuelve a huir diciendo que sí y por qué.
- Chávez tiene aún los
problemas muy grandes del desempleo y la violencia. ¿Qué hará?
Se zafa alegando que el nivel de desempleo es solo del 7%.
- Pero hay pobreza.
Vuelve a zafarse señalando que es el país de América Latina
donde más se redujo la pobreza (la extrema bajó del 22 al 7%, la general bajó
un 50% y las personas con pensión subieron de 250.000 a 2.200.000).
- ¿Hay desabastecimiento?
Escapa diciendo que no.
- ¿Y los 19.000
asesinatos de 2011? ¿Qué hará Chávez?
Vuelve a escapar diciendo que falta un marco de diálogo
nacional.
- ¿Qué tal las
relaciones con España?
Se evade señalando que bien.
- ¿Está garantizada la
seguridad jurídica de nuestros empresarios allí?
Como vuelve a evadirse diciendo que sí, Casado le pincha aludiendo
con media sonrisa a las dificultades que suponen el “Por qué no te callas” y “lo
sucedido con Repsol”. Se despide por todo lo alto:
- ¿Utilizan el petróleo,
-pregunto, ¿eh?- para negociar y buscar apoyos? Recuerdo el acuerdo que tienen
con Cuba de ofrecerle petróleo a menor precio.
Acorralado, reconoce estar contento con los miles de médicos
cubanos enviados a los poblados pobres venezolanos “a
los que antes no iba nadie”.
Olé, Casado. Y, ahora, a seguir así siempre: contra el
embajador de Alemania, nuestro Gobierno, nuestros cargos públicos.
Permanezcamos atentos a nuestras pantallas.
6 comentarios:
Magistral. Sin embargo, y relacionado con tu post anterior, imagino cuántos antichavistas se convencieron. Cero. Nadie. Ninguno.
Pero bueno, hay que seguir dando la pelea y ya va siendo hora de dejar de tratar a los sudamericanos como deficientes.
Pregunto porque desconozco: ¿TVE es la cadena oficial?
¿Ana Pastor ya se recuperó de la paliza que le dio Rafael Correa?
¿Qué clase de analfabetas ponen a entrevistar a representantes de otros países? ¿Y por qué esos aires de superioridad?
Sí, Marcelo, ya va siendo hora de dejar de tratar a los sudamericanos (y a todo el mundo, incluidos los telespectadores) como deficientes.
Respecto a lo que preguntas porque desconoces, nos sitúa justo donde debemos estar: atentos a nuestras pantallas, a lo que nos rodea y a cómo nos lo cuentan.
Un saludo
No entiendo la intención del artículo. No sé si critícas a Casado por ser poco dura con el entrevistado o si defiendes el chavismo.
En el primer caso diré que nunca me gustó Ana Pastor, me ponía de mala leche para toda la mañana. En cambio Xavier Fortes era igual de puñetero y me dejaba dormir tranquilo. Con Pastor la entrevista hubiese sido más tensa, pero las respuestas hubiesen sido idénticas.
Si es lo segundo, decir que al mismo tiempo que se le ha caído la máscara a nuestros políticos, se le ha caído a sus rivales. Nuestra democratísima democracia ya no lo parece tanto, en la misma medida que ya no nos parecen dictaduras aquellos gobiernos que nuestros tertulianos se empeñaban en llamar regímenes.
Y da igual, porque como bien ha denunciado muchas veces el profesor Vincenç Navarro, cada vez que hay una entrevista política en televisión o radio, la sigue un debate de tertulianos donde se critica al entrevistado sin piedad ni derecho a replica. Así que me imagino que después la Sra. de Wert y compañía habrán puesto todo como Dios manda.
Marcos: no pretendo contestar por el autor del blog, pero no es ningún insulto para mucha gente en Sudamérica defender el chavismo. Ya decir "el chavismo" es peyorativo.
Los procesos políticos que se dan en Sudamérica, más allá de todas sus diferencias, escapan al análisis superficial que normalmente se les da en Europa.
La entrevista de Ana Pastor a Rafael Correa, presidente de Ecuador, es un buen ejemplo de lo perdidos que se ven (desde nuestra óptica) los periodistas europeos cuando entrevistan a presidentes latinoamericanos. No sólo en la incomprensión de las políticas que tienen (que son, además, opinables), sino en la "extrema valentía" con que imputan a la cara de esos políticos que son unos dictadores, cosa que jamás se atreverían con gente de la Unión Europea.
Otra cosa que me olvidé comentar y que no sé si en España sucede, pero sí en otras latitudes, es que hay periodistas que se ponen en estrellas. Lo importante de lo que pase en la entrevista no es lo que conteste el entrevistado sino que se luzca el entrevistador.
Y para ello, el entrevistador no dudará en ponerse a discutir con el entrevistado. No sé dónde estará el límite a esto, pero si -digamos- un periodista de derecha se pone a discutir con un político de izquierda, no se espera que ninguno convenza al otro, sino en todo caso hacer llegar la opinión del entrevistado. Pero no: se insiste hasta en estas cosas.
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