Otra reunión a deshoras. Ganar, ganaba una pasta, pero vaya
vida de mierda. O lo tomas o lo dejas, y él prefería tomarlo. El dossier que le
habían enviado para que fuera leyendo contenía solo un recorte de prensa: una
joven que hacía un par de meses había ganado un dinero participando en el
programa peruano “El valor de la verdad” había aparecido asesinada. Parece que
fue su novio porque no había repartido con él el dinero tal y como habrían
acordado.
Era perro viejo en Telecinco así que vio inmediatamente la
jugada. La versión española de “El valor de la verdad” se llamaba “El juego de
tu vida” y lo presentaba Emma García.
Ahora tocaba decidir qué hacer tras la desgracia. Era su oportunidad.
Lo primero que iba a hacer era dejar hablar al nuevo. Cuanto
más hablara, mejor. Era un pipiolo. Seguro que llegaba templando gaitas,
pidiendo prudencia, alegrándose de que ahora Telecinco no estuviera emitiendo
“El juego de tu vida” y proponiendo que dejara de reemitirse en LaSiete
mientras pasaba el jaleo. Entonces él iba a atacar subrayando la ventaja que
supone disponer de una polémica ya en marcha para conseguir audiencia, lo que
evitaría los costes y el desgaste que conlleva generar y alimentar las propias
polémicas con las que abastecer la programación. No era el momento de frenar,
sino de acelerar emitiendo inmediatamente una nueva temporada de “El juego de
tu vida”. Debían empezar trayendo de Perú a algún familiar del acusado de
asesinato, lo que de paso daría un respiro al caso Bretón antes de seguir
exprimiéndolo. Ya “Crónicas marcianas” obtuvo muy buen resultado cuando trajo de
Perú a Laura Bozzo para parasitar su
“Laura en América”. Y eso que aquello solo era violencia sin muertes. El caso
de Jade Goody, concursante del “Gran
hermano” británico que vendió su propia muerte, demostraba que la tele ya está
preparada para dar otro paso en la explotación comercial la muerte. Hay mucho
dinero esperando a quien quiera cogerlo. Mucho. Pobre novato. Lo iba a machacar.
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