Telecinco ha hecho con “La voz” uno de los mayores esfuerzos
promocionales de su historia, así que hoy todos deberíamos estar hablando de
eso. Da igual. Desde hace cuatro días, sin que nadie se haya molestado en
gastar un céntimo en dictarnos qué es importante y qué no, la actualidad
televisiva es, sin duda, esta otra: lo desconcertante que resulta que, entre
las muchísimas personalidades que han salido en pantalla comentando el profundo
significado de la muerte de Santiago
Carrillo y la gran trascendencia que su desaparición tiene para España, no
se encuentre la figura de Santiago Carrillo. Se nos hace raro que Carrillo no
comente la muerte de Carrillo porque no falta en los grandes acontecimientos de
nuestra historia desde que, hace más de 80 años, comenzó a contar lo que
ocurría en el Parlamento y analizar la situación política. Corría el mes de
abril de 1931, España acababa de proclamar la Segunda República, la televisión
no existía, usted no habría nacido y puede que su madre tampoco. La tele
comenzó sus emisiones aquí en 1958, Carrillo tenía 43 años y seguramente para
entonces más de la mitad de los niños que habían nacido, como él, en 1915, ya
habían muerto.
El hecho de que siguiera vivo y lúcido casi 40 años después
de haber participado en una Transición que intentó arreglar el desastre al que
nos llevó una guerra en la que también participó otros 40 años antes, permitió
a Carrillo realizar algunos cameos inolvidables interpretándose a sí mismo. El de
“Cuéntame cómo pasó” está en la página de Carrillo de Wikipedia, pero el de “7
vidas” falta: que alguien incluya el dato y de paso añada en la entrada de Mariano Rajoy que hace 12 años se
interpretó a sí mismo como ministro de Educación y Cultura en “Jacinto Durante,
representante”, una serie maleja que no recordarán: eso que salen ganando
ustedes y Rajoy. Por cierto, ¿podría medirse la talla de un político por sus
cameos televisivos?
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