Hola, ¿qué tal? Quisiera presentarme ante ustedes. Yo soy el saxofonista de “Sálvame”. Quizá no se hayan fijado en mí porque... bueno... no salgo mucho en el programa. Únicamente me enfocan unos seis o siete segundos a la vuelta de cada bloque de publicidad, mientras toco una o dos frases de ambientación junto a un teclista. Y luego llega Paz Padilla y empieza a alabar las cualidades termoviscosas de un colchón, y Rosa Benito se marcha llorando del plató porque se acaba de enterar que su marido la abandona, y Mila Ximénez se pone a discutir con Matamoros sobre unas fotos de Chelo García Cortés en un barco con Sofía Mazagatos, y luego anuncian unos premios de mil euros llamando a un número o enviando un mensaje. Y luego vienen otros veinte minutos de publicidad. Vamos, que yo salgo unos diez segundos cada cincuenta minutos.
Y por eso temo que la gente se pueda hacer una idea equivocada de mí. He pedido a Antonio Rico que me ceda este espacio para dejar claro que a mí lo que me gusta de verdad es John Coltrane. Es el de la foto. “A love supreme” es mi disco de cabecera. No hay día que no lo escuche. Pero me gusta también todo el hard bop y el free jazz en general. Adoro a Miles Davis. Y el jazz clásico. Os aseguro que tengo la mitad del catálogo de Blue Note en casa. Pero sobre todo Trane. Y yo empecé a estudiar saxo y a hacer mis pinitos como saxofonista para parecerme a Trane. Me salió esto de “Sálvame”. Son sólo clips de ocho segundos, pero nos dejan tocar lo que queramos. Sólo insisten en que sonriamos a las cámaras. Yo a veces intento meter alguna escala de be-bop, pero, claro, en ocho segundos... Es difícil sonreír al tocar el saxo. Hay que soplar muy fuerte.
En esta vida es importante no renunciar nunca a tus sueños. En “Sálvame” son todos encantadores y supermajos. Hay un ambiente verdaderamente agradable. A mí me gustaría llegar a ser algún día una estrella del free jazz. Como Coltrane. A lo mejor este trabajo me abre puertas para conseguirlo. Una vez me dijo Kiko Hernández que yo tocaba muy bien el saxo.