Dita sea, otra vez vuelve a pasar lo mismo con los famosos.
En la tele quieren que comulguemos con ruedas de molino tragando entrevistas,
publirreportajes sobre su nueva casa, su nuevo disco o su última cirugía
antiestética, miniseries en dos capítulos sobre su vida, debates de mesa
camilla sobre sus dimes y diretes, hagiografías dictadas por su corte de
afines, ejecuciones públicas oficiadas por sus enemigos, participaciones como
estrellas invitadas en concursos, galas y magacines, información exhaustiva
sobre su vida incluyendo bodas, bautizos y funerales, consultas con sus muertos
a través de una médium timadora que los hace llorar al revelarles que sus
familiares muertos los quieren mucho y no desean que sufran por ellos porque
están bien. Se hace uno experto en esquivar la taza y media de famosos que la
tele nos atiza a diario y, cuando por fin surge un asunto realmente
interesante, la tele no dice ni pío.
El caso es que Telecinco, Isabel Pantoja y Paquirrín
han cancelado de forma anticipada el contrato millonario que tenían firmado
desde el año pasado para colaborar y enriquecerse juntos. Teniendo en cuenta
que a estas alturas la persona jurídica que es Telecinco es tan famosa o más
que las personas humanas de Pantoja y Paquirrín juntos, ¿no molaría un programa
en Telecinco sobre los chanchullos de Telecinco? ¿No molaría que en “Sálvame” nos
contaran los detalles más escabrosos de lo ocurrido, que en “El programa de Ana
Rosa” cascaran las artimañas ocultas que manejan, que en “Deluxe” soltaran la
lengua para desvelar los acuerdos bajo manga y los apaños a los que recurre la
cadena con los famosos?
Pues no hay manera. Justo cuando le pasa algo a los famosos
que nos podía resultar interesante, Telecinco guarda un silencio ensordecedor. Y
continúan propinándonos su taza y media diaria de personajes que se casan, que se
separan o que hacen topless, mira tú qué notición, mira tú qué gilipollez, mira
tú qué aburrimiento. Dita sea.
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