Adivinis adivinanza: además del hecho en sí de que terminara “Gran hermano 12+1: La Re-Vuelta”, -ese engendro que se sacó Telecinco del intestino grueso para rellenar programación mientras llegaba el fútbol europeo-, ¿qué otra gran alegría nos deparó el rebaño que pastorea Mercedes Milá haciendo con él lo que le sale del bolo? ¿No cae? Venga, le repito la pista: se trata de una “adivinis adivinanza”. ¿Lo ve ahora? “Adivinis” viene de “a divinis”. Ay, que me mondo y lirondo. En efecto, se trata de que entre los concursantes repescados por “La Re-Vuelta” no estuvo aquel sacerdote que fue “suspendido a divinis” de sus funciones por desobedecer una orden expresa de su Provincial y participar en “Gran hermano 12+1”. ¡Y no estuvo porque no quiso estar!
Siempre es hermoso que una persona adulta reencuentre su camino y se deje de esas chiquilladas narcisistas con las que se entretienen los ociosos de la casa de Guadalix de la Sierra. Lo curioso de este caso es que el Espíritu Santo volviera a soplar su Gracia Santificante con fuerza sobre este concursante reavivando su vocación sacerdotal justo cuando ya había sido expulsado de “Gran hermano 12+1”, no había sido repescado, no había sido elegido como “finalista más 1” y había quedado claro que ni contaba con el favor del público ni se le veía futuro como contertulio en Telecinco. Hay que ver qué travieso es el Espíritu Santo y qué puntería tiene esta persona divina cuando quiere jugar un, dos, tres, al escondite inglés con las personas humanas.
Así que el señor cura comprendió que la mies es mucha, renunció a seguir colaborando con Lucifer y volvió a su rebaño de pastores de rebaños. Funcionó la sanción que se le impuso con el fin de suscitar en él “un deseo sincero de cambio y de conversión”. Y, de regalo, evitó que se convirtiera en una versión motera de aquel padre Apeles que sirvió para presentar en sociedad a una tal Yola Berrocal que no conocía nadie, pero tenía vocación de famosa.
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