Aquel lunes 14 de mayo habría sido un tranquilo lunes de
primavera en televisión, un lunes de primavera común y corriente, si no fuera
que el 14 de mayo de 1962 se había casado Juan
Carlos (nieto de un rey español que había abdicado y abandonado su país en
1931) con Sofía (hermana de un rey
griego que fue depuesto y abandonó su país en 1973) y, en Grecia no, pero en
España estábamos de nuevo viviendo en una monarquía.
No nos pongamos nerviosos. Este homenaje a Les Luthiers tiene, como su hermoso cuento
sinfónico “Teresa y el oso”, un final feliz. Alegrémonos todos: los monarcas han
tenido a bien comunicar a sus súbditos que ese día no van a celebrar las bodas
de oro de su matrimonio. Pero esto no es todo, amigos. Es que ni siquiera van a
celebrar que en 2012 se cumplen las bodas de plata de la celebración que sí
hicieron por todo lo alto en 1987 de las bodas de plata del matrimonio que sí
celebraron por lo católico por todo lo alto, por lo ortodoxo por todo lo alto y
por lo civil por todo lo alto en 1962.
Tal vez haya quien no valore ese gesto, pero es necesario
recordar que en un mercado pletórico de canales de televisión con un ingente
número de horas que rellenar, los borbonólogos,
monarcólogos y juancarlólogos acechaban para saltar sobre el acontecimiento y
propinarnos una buena turra político-sentimental de ingrata ingestión y más
difícil digestión (chim-pón). Demos, pues, las gracias a sus graciosas
majestades porque con la bella acción que supone su omisión (poróm-pom-pón) el
próximo lunes 14 de mayo será un tranquilo lunes de primavera, un lunes de
primavera común y corriente que la televisión podrá dedicar a una tonta
coincidencia: justo ese día, un mes antes, los españoles nos enteramos de que
“Botsuana” no es el nombre de un personaje de “El rey León”
(porropón-chis-plón).
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