El domingo por la noche “Documentos TV” nos mostró al
fotógrafo Jean Claude Elfassi
yendo a su trabajo en coche. Mientras conduce con unos auriculares puestos, se
afeita, consulta los mensajes de móvil, se refiere a sí mismo diciendo “El gran
Elfassi no sale de casa por menos de 30.000 euros”, y se salta varios semáforos
en rojo hasta que aparca en un lugar en el que no debería y empieza la acción.
Esa es la cara más
simpática que nos ofreció de su mundo de mierda la reemisión del reportaje “Paparazzi,
más allá de la ley”. Después, aprovechando la información obtenida sobornando a
un trabajador del círculo más cercano a Bill
Gates, fotografió a este con su familia en una comida privada hasta que fue
descubierto y huyó. El cinismo y amoralidad de sus respuestas (“no me des lecciones”, “no es para tanto”, “está acostumbrado”, “solo es
una comida”) son superadas por los responsables de las revistas que
publican y las agencias que comercian con este tipo de noticias: “era consciente de que, si tenía aventuras,
la prensa lo publicaría; era su responsabilidad”, dicen tras publicar un
adulterio; “ni fomentamos ni tenemos
constancia de esas prácticas”, dicen cuando se les informa de que hay
constancia de que sus paparazzi roban y venden secretos profesionales, sobornan
a funcionarios públicos (incluida la policía), a trabajadores de empresas
aéreas para controlar los vuelos, a empleados de compañías telefónicas para
controlar agendas, llamadas y mensajes; “procuro
persuadirles de que se han equivocado y les ofrezco algo mejor”, dice un
poderoso señor que controla este mercado de noticias cuando explica qué hace si
se entera de que una revista va a publicar algo que no conviene sobre alguno de
sus clientes “protegidos”.
Tienen dos semanas para ver este reportaje en rtve.es. Está
hecho en Francia y se centra en los paparazzi franceses, británicos e
italianos. España no sale porque, claro, aquí esas cosas no pasan.
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