Ah, pero... entonces... ¿es cierto? ¿De verdad existe el “Instituto Coca-Cola de la Felicidad”? ¿No es una tomadura de pelo? Alguna vez zapeando por La 2 me encontré con una cosa rara llamada “La felicidad en cuatro minutos” y me pareció una parodia genial de los programas de autoayuda. Era como coger los hollejos de la sarta de cursilerías e infantilismos demagógicos narcisistas de siempre y destilarlos de nuevo. Como si un anuncio de tampones se come a Hello Kitty y lo vomita sobre un power point de gatitos. Además el microespacio lo patrocinaba un supuesto organismo llamado “Instituto Coca-Cola de la Felicidad”, lo cual ya me hizo explotar en carcajadas y convencerme que estaba ante la última genialidad inclasificable de Juan Carlos Ortega o ante el aterrizaje en la televisión pública del equipo de la brutalmente ingeniosa e imprescindible nueva revista “Mongolia”. Pero no. Volví a ver citado el instituto en otros programas más, y el otro día entrevistaron a uno de sus miembros en Radio Nacional. Existe el “Instituto Coca-Cola de la Felicidad” y tienen página web. Es refrescante.
Pero hace que me suba por las paredes de indignación. Porque si algo dificulta completamente esa quimera bobalicona en cuya búsqueda tantos chavales malgastan sus intereses es justamente el consumismo, la comedura de tarro mediático y la exaltación de la banalidad que encarna dicha marca de agua con polvitos. Como si se crease el “Instituto Lucky Strike para la salud pulmonar”, la “Fundación Iñaki Urdangarín contra la corrupción” o Javier Arenas impartiera el curso “Cómo alcanzar el gobierno de una Comunidad Autónoma”. ¿Quién formará ese instituto? No se sabe, pero les animo a que intenten adivinar quién es el neurodivulgador neurocientífico que figura en esa página web en primer lugar como “experto” del “Instituto Coca-Cola de la Felicidad”. Les dejo con la intriga, -aunque algo me dice que no debí titular esta columna como lo he hecho-. Ahora me voy a inscribir en el “Instituto Mercedes Milá de la televisiòn de calidad”.
Como a todas las grandes empresas, a Coca-Cola se la podrá criticar por varios aspectos, pero hay que reconocer una cosa: saben cómo captar la atención de la gente, en el campo de la publicidad no tienen rival.
ResponderEliminarTengo curiosidad por las conclusiones de su estudio sobre la felicidad en España: ¿nos dirá que para ser felices debemos tomar como mínimo una lata de sus refrescos al día?
Es indignante, con lo felices que podemos ser sin ellos. Dejo el enlace a una entrada de mi blog que le dediqué a este asunto. http://puntillitassl.blogspot.com.es/2010/10/felicidad-de-garrafon.html
ResponderEliminarEn esto estaba, entonces, el truco de la television pública sin publi. O al menos en parte. Porque si ello hace que Televisión Española no se gaste tanto dinero en ninjas justicieros del siglo de oro o en "me cago en la leche Merche", pues es un trauma solo en parte.
ResponderEliminarPero si es para financiar programas de felicidad con dinero de empresas ávidas por privatizar el agua, pues ya hablamos de un tema mayor.
Espero, pues, que no pase como con el dinero de Unicef en la camiseta del barsa que ahora es de Qatar Fundation, empresa que se dedica a lo que Unicef trata de evitar. Según la web de Qatar Fundation, se dedican a la investigación de explotaciones petrolíferas junto con la Universidad de Texas, acuerdo que se firmó en 2003.
Texas, petróleo, Golfo Pérsico, 2003... Buf, pensar es agotador...