Algunas veces las cosas son como
deberían ser siempre. Así dio Ana Blanco una noticia en el
“Telediario” del pasado miércoles: “Más de un 56 por
ciento de los vecinos de Rasquera, en Tarragona, ha apoyado en
referéndum el proyecto de plantar cannabis para financiar las deudas
del ayuntamiento. El alcalde, que anunció que dimitiría si no
conseguía un apoyo del 75 por ciento, dice ahora que dejar el cargo
sería una irresponsabilidad. Judit Huerta está
allí. Judit, la oposición le ha pedido que cumpla lo que dijo...”.
En ese momento, conectan con la corresponsal: “Buenas tardes.
Pues sí, pero de momento lo que sabemos es que hoy a las seis de la
tarde está prevista una reunión del equipo de gobierno a puerta
cerrada para analizar los resultados del referéndum de ayer. Como
decíais, esta mañana el alcalde matizaba, y muchísimo, las
declaraciones de ayer por la noche. Decía que querían estudiar con
mucha profundidad tanto su dimisión como la del equipo de gobierno,
y que en caso de producirse no sería en los próximos días”.
Así debería hacer siempre el
“Telediario”, contar no solo lo que dicen los protagonistas de la
noticia, sino recordarnos también lo que habían dicho antes sobre
el mismo asunto. “Este, que dijo que no subiría los impuestos,
dice ahora que no subirlos sería una irresponsabilidad”, “Ese,
que dijo estar en contra de una amnistía fiscal, dice ahora que es
buenísima”, “Aquel, que dijo que no tocaría la sanidad y
la educación, dice ahora que si no lo hace vendrá el coco y nos
comerá”. Es un servicio público que debería existir desde la
llegada de la democracia. “Juanito, que juró los principios del
Movimiento, jura ahora la Constitución”, “Jorgito, que dijo OTAN
de entrada no, dice ahora que de salida menos”, “Jaimito, que
sacaba los antidisturbios a la calle para defender España, una,
grande y libre, toma ahora posesión de la presidencia de una
autonomía”. Si se legalizaran los telediarios así, no me iba
a perder ni uno.
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