18/1/12

SUPERNANNY NO ESTÁ EN TOLEDO

Me alegro del éxito de “Toledo. Cruce de destinos” (Antena 3), una serie ambientada en la España del siglo XIII y protagonizada por el rey Alfonso X el Sabio, un caballero cristiano, un guerrero judío y un judío adinerado. También hay guapos jovenzuelos, desnudos femeninos, intrigas propias de un culebrón, luchas con espadones, traiciones, amores con espinas, rigor histórico en algún detalle e históricos disparates que pondrán de los nervios a los medievalistas. Y, sin embargo, me alegro del éxito de “Toledo”.

Los responsables de la serie han querido ser rigurosos en la ambientación, pero admiten que las tramas son contemporáneas y que su objetivo no es la fidelidad histórica, sino entretener. Un artista árabe dibujó los azulejos, y parte del atrezzo pertenece a películas como “El reino de los cielos” o “El nombre de la rosa”. Pero que el artista que dibujó los azulejos sea árabe o bielorruso no supone un mayor o menor acierto en los diseños, “El reino de los cielos” es una película ambientada en el siglo XII en Jerusalén, y “El nombre de la rosa” se desarrolla en una abadía benedictina del siglo XIV. Nada que ver, pues, con el Toledo del siglo XIII. El productor ejecutivo de “Toledo” dice que se la serie se toma muchas licencias históricas porque un excesivo rigor histórico puede provocar aburrimiento en los espectadores. Se equivoca. La nueva serie de Antena 3 es una ficción histórica con más licencias para matar la historia que James Bond para cargarse a los malos, pero me alegra ver a Juan Diego disfrazado de Alfonso X, me divierte ver a todos los personajes de la serie como si acabaran de salir de un anuncio de Chanel ambientado en la Edad Media, y entiendo que las tramas toledanas no sean muy diferentes de las de “Crematorio” o “Bandolera”. Pero eso no quiere decir que el rigor histórico, más allá de los azulejos, sea aburrido.

¿Se imaginan a Supernanny intentando meter en vereda a la niña de “El exorcista”? Pues una Supernanny de la historia lo tiene igual de difícil para meter en vereda los excesos contemporáneos de “Toledo” o “Águila roja”. La ficción histórica televisiva es la niña de “El exorcista”, y pretender que nos hable con rigor del siglo XIII o del siglo XVII es como intentar que una niña poseída por el demonio no nos vomite en la cara.

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