Seguimos diciendo que Mario Picazo es el hombre del tiempo pero ya no es verdad. Tras el estreno de “Climas extremos” en La 1 el martes por la noche algunos dirán que es un Jesús Calleja con más estudios, otros que es un Frank Delajungla más civilizado y con mejores modales, otros que es nuestro particular ‘Último superviviente’ viajero dispuesto, más que a comer cualquier cosa, a beber lo que le echen… de vodka por ejemplo.
En TVE apuestan por resaltar su perfil más aventurero, así que primero le pagaron el viaje a todos los sitios del mundo que salen en el libro Guinness de los récords por ser en los que hay más frío, más calor, más sequía, más tornados, más niebla o más cualquier otra cosa relacionada con el tiempo, y después lo promocionaron utilizando palabras como increíble, hostil, insólito, duro, extremo, sorprendente o inhóspito que parecen robadas de la saca de Pedro Piqueras en uno de sus días buenos. Resultado: los espectadores que se crean esa modernez que asegura que el sentido de la vida está en vivir y atesorar ‘experiencias’, tienen en Picazo un colaborador a través del cual vivir, de forma vicaria, experiencias extremas a porrillo. En su estreno tocó verle pasar frío en un pueblo de Siberia que es el más frío del mundo, tan frío que en él pasarían frío incluso esos señores que salen en la tele los días de helada diciendo que ellos nunca tienen frío porque son de Soria.
Aquí nos vamos a conformar con considerar a Picazo un meteorólogo pródigo que podrá escapar disfrazado de showman del tiempo de las garras del reality “Supervivientes”; un tipo que, es cierto, aún mantiene un pie atrapado en “El programa de Ana Rosa”, pero que gracias a su perfil de “famoso de la tele” puede conseguir que digamos menos “metereología” y más “meteorología”, igual que con Arguiñano, el showman de la cocina, decimos más “croquetas” y menos “cocretas”.
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