Que me perdone su santidad la Coca-Cola, pero miro con
negatividad su campaña por la positividad. Prefiero mil veces el optimismo tramposo
de Fofito y compañía para Campofrío.
¿A qué viene esto? A que hoy por la noche, a eso de las 12, se juega en la tele
nuestra particular Super Bowl publicitaria. Las grandes marcas compiten a ver
quién se anota el tanto de emitir el anuncio más impactante y eficaz del cambio
de año. La pasada edición ganó Campofrío (comenzó retirando su publicidad de
“La noria”, tocó el cielo con el anuncio de la visita a la tumba de Gila y remató patrocinando una gala de
homenaje al maestro). Este año no ganará Coca-Cola.
La multinacional estadounidense preparó esta edición un
anuncio en el que reivindica que igual que el diccionario de la RAE ya aceptó
el término “negatividad”, debería aceptar su antónimo “positividad”. Pero, antes
de que se estrenara el spot, la RAE ya ha aprobado incluir “positividad” como
“cualidad de positivo”. Coca-Cola dice que esto “refuerza su mensaje” y que seguirá con la campaña. ¿Un tanto para
el famoso refresco de coca, quiero decir, de cola? No tan rápido.
Cuando Coca-Cola habla de “negatividad” se refiere a “cualidad
de negativo” porque “negativo” en su tercera acepción significa “pesimista”. O
sea, la “negatividad” no es más que el “pesimismo” de toda la vida pero con una
sílaba más para quien quiera dárselas de pedante supermoderno usando palabras
innecesariamente largas. Pero resulta que (miren el DRAE) “positivo” no
significa “optimista” en ninguna de sus 10 acepciones, por lo que “positividad”
será “condición de positivo”, vale, pero no significará “optimismo” como
pretende esa bebida hipercalórica coloreada. O sea, que el antónimo de esa
tontería pretenciosa que es “negatividad” no es otra tontería aún más
pretenciosa como “positividad”, sino que es simplemente “optimismo”.
El anuncio de Fofito será tontorrón, pero nos permite ser optimistas
sin caer en la innecesariedad de la pedantidad de la positividad.