
La trastienda de la política y de la economía es tan difícil de entender como la trastienda de la moda, pero la obligación de un buen documental es precisamente que los espectadores entiendan, no que crean. Después de ver “Inside job”, hasta el señor Burns, dueño de la central nuclear de Springfield, se indignaría con esos tiparracos cuya avaricia y falta de escrúpulos están ejemplificadas en el señor Potter de la película “¡Qué bello es vivir!”. Entender las causas de la crisis nos ayuda a no creer que el capitalismo es el fin de la historia. Después de ver “Antes del desfile”, sin embargo, hasta Diógenes el cínico creería que un desfile de moda es algo tan complejo como el acelerador y colisionador de partículas del CERN. Creer la palabrería de Donatella Versace acerca de la inspiración no nos ayuda a entender lo que hay verdaderamente detrás de un desfile de moda.
Sólo por diversión, me gustaría que la revista “¡Hola!” nos presentara la corrupción de la industria financiera de una forma amable y glamurosa. Sólo por diversión, estaría bien que la doctora Brennan examinara esos cuerpos que se mueven por las pasarelas con cara de mala hostia. Sólo por diversión, me encantaría ver al señor Burns sentado en primera fila en un desfile de Versace y a Diógenes en el consejo directivo de un banco de inversión. Ver para entender.
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