Lunes: de primero, patatas a la riojana; de segundo, albóndigas de pollo; pan y de postre, cuatro capítulos de “Big Bang Theory” en TNT. Martes: de primero, lasaña; de segundo, parrochas con jamón; pan y de postre, cuatro capítulos de “Big Bang Theory” en TNT. Miércoles: de primero, ensalada de pasta; de segundo, revuelto de setas y ajetes; pan y de postre, cuatro capítulos de “Big Bang Theory” en TNT. Y así también el jueves, el viernes, el sábado y el domingo. La Organización Mundial de la Salud ha publicado recientemente una nueva pirámide alimenticia que retoca la anterior: sigue recomendando comer grasas de forma ocasional, pero en la base de la pirámide, al lado del pan, se ha añadido “Big Bang Theory” como un producto cuyo consumo diario mejora la salud de las personas. TNT, a la que no le mueve más norte que el bienestar de sus espectadores, nos ofrece todos los días cuatro capitulacos, cuatro, de las aventuras cuánticas de Leonard, Sheldon, Penny, Wolowitz y Rajesh en plena sobremesa. A comer.
Existen series magníficas cuyo consumo, no obstante, ha de moderarse ya que contienen ciertos nutrientes cuyo abuso puede ser perjudicial para la salud (“Falling skies”, “House”). Otras pueden consumirse con tranquilidad una vez cada tres o cuatro días (“Dos hombres y medio”, todos los “CSI”). Algunas son inofensivas y sólo requieren la precaución de no ser objeto de atracones por parte de sus seguidores (viva Patrick Jane en “El mentalista”, viva el señor Bates en “Downton Abbey”). Pero “Big bang theory” añade a su delicioso sabor una composición tan inocua, tan ligerita, básica y refrescante, que podemos ver cien, mil veces al día a Sheldon Cooper llamar a la puerta de su vecina (“knock, knock, ¿Penny?, knock, knock, ¿Penny?”) sin que nuestro sistema digestivo televisivo sufra la menor alteración.
Indicado para dietas blandas, hipocalóricas y disociadas. Todos los días, de postre, cuatro capítulos de “Big Bang Theory” en TNT. Si sólo pudieras ver una serie de ese canal.
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