Cómo son estos tíos de Cuatro. Qué graciosos, los jodíos. Hace apenas 10 días estrenaron “Frikiliks”, un nuevo programa de humor para la hora de cenar en el que participaban Ana Morgade y David ‘Chikilicuatre’ Fernández; tras un puñado de emisiones lo retiraron y ahora lo han sustituido por “Las noticias de las 2”, un nuevo programa radicalmente nuevo con la misma duración que el anterior, de humor como el anterior, para la hora de cenar como el anterior, y en el que participan Ana Morgade y David ‘Chikilicuatre’ Fernández como en el anterior. Que sí, que estos tíos de Cuatro son unos cachondos. Que ya no quieren programas que supongan una apuesta sólida, se asienten en la parrilla y consoliden una audiencia digna; que triunfar así no tiene mérito; que lo que quieren estos flipaos de Cuatro es que los espectadores nos armemos un lío y nos lo curremos si queremos esterarnos de qué es lo que estamos viendo: ¿es lo mismo que lo de la semana pasada pero con diferencias?, ¿es diferente a lo de la semana pasada pero parece lo mismo? ¡Ah, haber estudiao!
Y es una pena este lío, porque el estreno de anteayer (que no parece un estreno, que parece un reestreno, que no se sabe qué parece) apenas lo vio nadie. La promoción no funcionó y no sirvió para que número aceptable de espectadores viéramos que “Las noticias de las 2 (LNDL2). Más allá del rigor” está mucho más currado que “Frikiliks”. Y estrenar (o reestrenar o lo que sea) en estas condiciones es una desventaja. “LNDL2” tiene, de entrada un título logrado que anuncia la parodia de un informativo de actualidad que podría dar mucho de sí. Sin embargo tiene un problema: eso ya lo hace (y muy bien) Wyoming en “El intermedio” a la misma hora, así que para no repetirse “LNDL2” se centra más en noticias tontorronas y cotilleos de famosos, asuntos sobre los que no trabajan (al menos no deberían) los informativos “serios”. Y, qué quieren que les diga, igual que informarse sobre la actualidad tontorrona y cotilla deja a uno sin informarse de verdad, reírse sobre la actualidad cotilla y tontorrona deja a uno sin reírse de verdad.
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