No puede ser: la polémica de “La noria” pierde fuelle. Empezó muy arriba, con el anuncio de la entrevista a la cuca madre de “El Cuco”. Subió con la llamada a los anunciantes para que se retiraran de un programa que paga (y premia. Y no es la primera vez) a personajes así. Y tocó el cielo cuando Jordi González empezó a responder con ese salero suyo a las primeras empresas que consideraron que era mejor para sus intereses comerciales no buscar clientes entre los espectadores de “La noria”, sino buscarlos entre los que no lo somos. Pero aunque ya se marcharon todos los anunciantes y el programa pierde, al parecer, más de un cuarto de millón de euros en publicidad cada sábado, alguien le echó el alto a González, que no volvió a decir este ‘tweet’ lo mando yo ni esta boca es mía. Y, claro, así la polémica pierde fuelle.
Ahora quienes defienden lo indefendible son otros, como su colega Mercedes Milá (que anda de promoción por la casa y hace una semana se subió a “La noria”) o su tertuliana María Antonia Iglesias (que en la cima del pensamiento lógico-proposicional apuntó que detrás de nuestro cabreo hay un oscuro contubernio contra el programa porque su “debate político” es “muy incómodo para la derecha”). Lo que dicen no está mal. Si te las tomas con humor, es divertido ver qué cosas dicen (¡qué cosas, mare mía!). Pero sin duda era mejor cuando el que largaba era González tratando de apagar el fuego con gasolina.
¿Se acuerdan de aquello tan poético de que “cuando el sabio señala la luna, el tonto mira al dedo”? Pues tras la entrevista a la cuca madre, nuestro Jordi atizó a quienes mirábamos con asombro el dinero con el que pagaron (y premiaron) a la señora diciendo esta hermosura: “Cuando a un imbécil le señalas la luna, se fija en el dedo”. Milá dice: “Lecciones, las mínimas”, Iglesias quita hierro diciendo que el dinero pagado “no hace rico a nadie”. Y están bien, pero no son lo mismo. Jordi, habla y alégranos el día.
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