Una de las muchas ventajas, -muchísimas-, que tiene ir al cine a disfrutar de “El árbol de la vida”, -su director es Terrence Malick, y ha entregado una de las películas más extrañamente bellas que han llegado a los circuitos de cine comercial en las últimas décadas-, es que te permite descubrir cómo los elementos más grandiosos de la existencia están entrelazados con las experiencias más pequeñas, de forma que galaxias, miles de millones de años, la formación de la Tierra y la evolución de la vida en ella, se cuelan por las minúsculas grietas que se abren tras la muerte de un niño en un pueblo perdido de los Estados Unidos, tras el grito de una bofetada, tras un salto en bomba a una piscina. Con esa película en la cabeza, a la boda de la duquesa le aparecen rendijas por las que se cuelan las revueltas griegas y norteamericanas, hay de pronto una continuidad entre la muerte del empresario informático y la reconstrucción de Pepe Blanco parado en una gasolinera manteniendo una conversación que la elevación de las lunas no nos permite escuchar. Y de fondo una piedra redonda cayendo elípticamente durante la eternidad hacia su estrella indiferente.
Ayer la boda de la duquesa de Alba y la muerte de Steve Jobs se entreveraron formando la realidad como la trama y la urdimbre, -los hilos horizontales y los hilos verticales-, se solidarizan para formar un tejido. Un tejido muy extraño, inapresable. Si seguimos a Malick y aceptamos la continuidad entre lo máximo y lo mínimo, entonces también sentiremos que lo miserable y lo majestuoso se suceden sin interrupciones, el baile de la duquesa y el último aliento de Jobs son distintos momentos de una única narración cuyo único sentido es su pretensión de totalidad. Entre los poros subatómicos de “Redes” transcurre “El programa de Ana Rosa”, y entre los vacíos intergalácticos de “Sálvame” se emite “Pienso, luego existo”. “¿Dónde estabas tú, Cayetana, cuando fundaba yo la tierra? Habla, Steve, si es que sabes tanto.”.
3 comentarios:
sí! extrañamente bella, salí llorando, emocionada del cine casi sin saber porqué, sigo dándo vueltas a la película...
buen post gracias
M.
Una película bellísima, un remanso y una guía.
Aunque existe creación y destrucción por igual en el universo (lo hemos visto en la 2 toda esta semana) creemos en un dios bueno, creador, o no creemos.
Malick (mejor, Sean Penn) deduce que el secreto es la libertad para amar y con ello el amor.
La duquesa ama y es libre para amar, no así quienes destruyen a su audiencia y la hacen (o la eligen) más boba, más superficial, más violenta y mas rencorosa.
Y yo me pregunto si la duquesa amaría sin su audiencia y si Steve Jobs hubiera creado sin vender.
El arbol de la vida, de la muerte y del suicidio colectivo. Gracias
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