14/10/11
ESPAÑA, 1981
“Españoles...”, comenzó Carlos Arias Navarro con la voz entrecortada por el dolor, “Chanquete... ha muerto”. O, al menos, así es como recuerdo yo aquellos hechos, probablemente algo distorsionados por el tiempo pasado y las trampas de la memoria. Todo el mundo está comentando el trigésimo aniversario de “Verano azul”. Televisión Española cuelga en su web los únicos diecinueve capítulos de la única temporada de la serie. Los actores supervivientes se reúnen y se abrazan en actos conmemorativos. Wyoming bromea con el futuro que el destino deparó a Tito y Piraña. Y yo no puedo evitar estar menos interesado por la pintora Julia que por los espectadores que veían a la pintora Julia. Chanquete ha pasado a integrar el imaginario popular de este país más que ningún otro personaje de la historia de nuestra ficción televisiva; pero ¿de verdad este país era este país? ¿En qué extraño planeta de qué extraña galaxia lo petó todo una serie de adolescentes viviendo su primer amor mientras silbaban en bicicleta? En España, 1981.
Se cumplen estos días treinta años de la España de hace treinta años. Porque el arrollador éxito de “Verano azul” habla tanto de la serie de Mercero como de la España de la época. Éramos otros. Teníamos otros valores, otras expectativas, incluso nuestras retinas eran diferentes y captaban la realidad con ese granulado un poco apagadito de color y de contraste que tan bien captaba el VHS. Para celebrar el trigésimo aniversario de una serie de televisión hacen falta grandes guiones y grandes personajes, pero también se requiere una sociedad que no haya hecho del cinismo y el capricho emocional la estrategia básica desde la que encarar la vida. “Verano azul” no duraría hoy en pantalla ni medio capítulo, pero también es cierto que nadie celebrará en 2040 los treinta años de “Física o química”. De hecho, los alumnos del colegio Zurbarán son los hijos de Bea y Javi, de Desi y Quique, y salen corriendo en cuanto sus padres comienzan a contar las historias coñazo del Chanquete ése.
España no está a salvo de esa afectación que ignoro si es propia o importada. Veo iCarly en Clan con mi sobrina y en su inocente estética de instituto pop descubro las hipocresías, las mentiras, los complejos y las vendetas que llenan sus tramas subrayadas con risas enlatadas.. todo muy moderno y divertido.
ResponderEliminarSomos igual de ingenuos pero mucho menos inocentes que en 1981. Y yo ya empiezo a hablar como mi padre.
Como dice El Roto con su habitual ironía: "Los jóvenes son muy diferentes a los mayores porque pertenecen a generaciones distintas"
Tan solo un apunte, "The Office" es una serie original inglesa, genial, que los americanos malcopiaron.
ResponderEliminarPor lo demás, cojonudo, el "blo" este....