2/10/11

ESA FELICIDAD PEQUEÑITA

Imaginemos por un momento que un rayo misterioso, -después de hacer nido en tu pelo-, destruyera todos los libros que prometen proporcionar felicidad a sus lectores. Por una extraña razón todos los libros con títulos como “Aprenda a ser feliz”, “¿Quiere ser feliz? Pregúnteme cómo”, “Ser feliz es fácil si sabes cómo”, “Sea feliz de una puñetera vez”, desaparecen de los estantes de las librerías y la humanidad se queda sin manuales de instrucciones de la felicidad. ¿Qué ocurriría entonces? ¿Alguien se cree que eso alteraría significativamente la tasa de felicidad de nuestra especie? Dicho de otro modo, ¿alguna vez en la historia del cosmos alguien ha conseguido ser feliz leyendo libros sobre cómo ser feliz?

Obviamente, no. La felicidad tiene un carácter incógnito, escurridizo, y sólo se consigue cuando no se busca, sólo se experimenta cuando no se está atendiendo a ella, sólo tiene sentido como rememoración de un momento, nunca como experiencia presente. Detenerse a atender a ella, -¡qué feliz soy!-, la interrumpe momentáneamente, y sorprenderse recordándola, -¡qué feliz fui!-, la coloca en la escala del desensimismamiento que le es propia al fluir de la vida. Nada de esto le importa un pito a “La felicidad en cuatro minutos”, el programita de La 2 tan majo, cursi, ñoño, tan mainstream él, que juguetea de forma rancia y afectada con el espíritu de estos tiempos de mierda según el cual la felicidad tiene que ver con comer un helado, jugar al parchís o escuchar el ruido de la lluvia contra las ventanas. Citan a Voltaire y a Pascal, pero Voltaire y Pascal la emprenderían a gorrazos con (casi) todos los que salen contando que se sienten felices en días nublados al tomar miel que lleva en su interior la luz del sol. Contra la felicidad del sabio, desesperada y valiente, La 2 nos quiere convencer de la felicidad de los anuncios de compresas y cervezas. Esa felicidad pequeñita, autoconsciente, intrínsecamente contradictoria, y que brinda una tentación narcisista para malgastar la vida. Lástima de rayo misterioso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Schopenhauer is dead!

;)