Ante Tom Hanks sólo caben tres posturas: o se le admira incondicionalmente como a uno de los mejores actores de la historia de Hollywood, o se le desprecia radicalmente por lo comercial y poco arriesgado de su trabajo, o se adopta cualquier otra posición intermedia entre las dos primeras. Ahora que lo pienso, cabe incluso una cuarta posición, consistente en admirarle incondicionalmente y despreciarle radicalmente a la vez. Creo que esa es justamente la mía.
Es cierto que su filmografía es particularmente conservadora; nunca ha cosechado ningún fracaso porque nunca ha apostado por nada que tuviera la menor posibilidad de fracasar. Pero también es cierto que todas sus películas tienen una calidad muy digna, sin que encontremos en la lista ninguna birria alimenticia y blockbustera como las que abundan en la obra de otros actores supuestamente progresistas y vanguardistas, -Dennis Hopper, Robert de Niro, incluso el semidios Jack Nicholson-. Es cierto que ha pronunciado la que probablemente es la frase más inteligente de la historia del cine poniéndola en boca de un tonto, -“Yo no sé si todos tenemos un destino o si estamos flotando casualmente como en una brisa. Pero yo creo que pueden ser ambas cosas, puede que ambas estén ocurriendo al mismo tiempo” (Forrest Gump)-. Pero también es cierto que durante las últimas décadas su trabajo en el cine ha sido más financiero que interpretativo, y el único papel que ha desempeñado de maravilla es el de figura amortizada del mundo del espectáculo a la que ya no le queda más tarea que engordar y llevar una vida demasiado tranquila.
Sea como fuera, el James Stewart de los últimos 30 años se merece un ciclo, y Canal Hollywood lo inició ayer y lo continuará durante cinco semanas emitiendo comedias juveniles, éxitos extraordinarios de taquilla y también “Philadelphia”. A lo mejor los contrarios no son contradictorios, sino complementarios. A lo mejor existe un destino y todo es casual al mismo tiempo. A lo mejor Tom Hanks es un gran actor y un pésimo artista.
Hace tiempo se había leído que había coprado los derechos para un bipic de Dean Reed, el llamado Elvis rojo, por irse a vivir a la RDA después de participar en la Revolución chilena... ¿Será verdad?
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