Una de dos. Una: Tita Cervera tiene un equipo de abogados de la bomba, de la hostia, de la de Dios; un equipo de abogados que lo flipas formado por más de dos millones y medio de letrados letrados, que ya son letrados. Dos: hay en España más de dos millones y medio de ciudadanos desafectos, malintencionados y traidores que, a pesar del disgusto que lleva encima la baronesa desde que hace un año Telecinco anunció que iba a preparar una teleserie “no autorizada” sobre ella, decidió regodearse en su propia crapulez viendo el martes por la noche el estreno de “Tita Cervera: La Baronesa”.
Puede que se trate de abogados: viendo que no podía evitar la preparación, la realización, ni, juez mediante, la emisión del biopic, Tita anunció hace semanas que su equipo de abogados iba a ver el estreno con una libretina en la mano para anotar cualquier tergiversación y acudir, después, a los tribunales contra Telecinco (pon tú, qué sé yo, que la actriz que la interprete sea demasiado guapa, excesivamente encantadora o la retrate como una mejor persona de lo que lo en realidad fue la baronesa en su juventud: pues a los tribunales a defender la verdad, que la defensa de la verdad es lo que tiene). Pero, llamadme mal bicho, yo me decanto más por la posibilidad de que quienes vieron “Tita Cervera: La Baronesa” no eran abogados sino traidores.
Sí, ya, pero, ¿el estreno estuvo bien o estuvo mal? Aquí quería llegar yo. Ni soy abogado ni soy un traidor, así que no pude verlo. Bien que lo siento. Cosa distinta sería que, por fin, Antena 3 se decidiera a hacer su propia teleserie con el visto bueno de la baronesa. Cuanto eso ocurra haré lo mismo que tantos y tantos millones de españoles; lo mismo que cualquier persona honrada, bienintencionada y leal; lo mismo que usted: pasar de ver semejante tostón.
¿Sabes lo que te digo? Que yo también paso de ver semejante tostón.
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