Hay que hacer algo en África. No podemos seguir viendo las imágenes que nos ofrecen los informativos sin hacer nada. Este es el Cuerno de África que vemos en la tele: niños moribundos, adultos desnutridos, caminos polvorientos, ojos hundidos, bocas resecas, estómagos hinchados, campos de refugiados abarrotados. Miseria y tristeza, una infinita tristeza. Está claro que lo que hemos hecho hasta ahora no es suficiente. Pasan los años y seguimos enviando periodistas a que nos cuenten y nos muestren el horror que se vive allí. Y el horror que se vive hoy resulta ser el mismo horror que nos contaron mil veces los periodistas que fueron antes. Desde que hay tele se captan las mismas imágenes, solo cambia la tecnología de la que disponemos para grabar mejores imágenes y mejor sonido con los que alimentar los televisores cada vez más sofisticados en nuestras casas. ¿Vamos a seguir mirando con desdén, tomando medidas pasajeras que no encaran el problema de fondo? ¿Acaso no nos afecta lo que vemos?
Las primeras imágenes de las hambrunas eran de mala calidad, en blanco y negro, con un sonido deficiente. Los siguientes equipos nos enviaron imágenes en un color cada vez más luminoso, un sonido estéreo cada vez más afinado. Está claro que no basta con que ahora los enviados especiales a la miseria en el mundo lleven cámaras digitales: cuando la hambruna se repita nos veremos obligados a mandar otros equipos a que tomen las imágenes en 3D que demandarán los televisores que tendremos entonces.
Rindámonos a la evidencia. Las medidas que tomamos hasta ahora con los enviados especiales son parches provisionales. No basta con enviar equipos progresivamente más sofisticados. Debemos agarrar el toro por los cuernos y resolver la situación enviando el mejor equipo existente que nos ofrezca imágenes que puedan servirnos para ilustrar la miseria en África durante los próximos años sin quedar obsoletas y sin necesidad de sustituirlas por otras nuevas.
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