Cuando la semana pasada La 1 emitió el último capítulo de la última temporada de “Los Tudor” nos quedamos pensativos y boquiabiertos. Menuda caña que le dieron a la dinastía Tudor. Cada capítulo era más descarado que el anterior. Canal+ ya había emitido la serie, pero que nos dé esa imagen de una casa real una cadena estatal -de la que cabría esperar un retrato más comedido e institucional- nos avisa de que vivimos en un país en el que realmente la libertad de expresión ha triunfado sobre la mojigatería y la manipulación de lo políticamente correcto.
A propósito, vimos hace unos días en La 2 el reportaje “El Papus. Anatomía de un atentado” sobre el atentado, aún impune y cuya documentación aún no se permite consultar, que obligó a cerrar la revista satírica “El Papus” (y, de paso, sobre lo dura que fue la hoy idealizada transición y lo oscuras que eran sus alcantarillas). Viéndolo, recordamos un chiste de la época, aquella en la que Tip y Coll cerraban sus apariciones televisivas anunciando un “La próxima semana… hablaremos del gobierno” que nunca terminaba de llegar… por la cuenta que les traía. Decía algo así: Por fin en España tenemos democracia como tienen en países como Inglaterra. En Inglaterra cualquiera puede decir públicamente lo que quiera sobre la reina Isabel II y no pasa nada. En España también. Aquí cualquiera puede decir públicamente lo que quiera sobre Isabel II y tampoco le pasa nada.
Más de 30 años después seguimos igual. TVE muestra en “Los Tudor” la impunidad con que Enrique VIII comete cualquier tropelía, los atropellos que impone el monarca a sus súbditos, lo inmoral de un sistema de privilegios construido sobre una desigualdad esencialmente injusta. Sólo podemos soñar con que aquí se realice una serie similar titulada “Los Austria”. O, mejor aún, con que hoy Tip y Coll cerrarían sus apariciones televisivas anunciando “La próxima semana… emitiremos ‘Los Borbón’”.
La serie "Los Tudor" no la han hecho los ingleses, sino los norteamericanos. Cuando los ingleses han hecho una serie sobre este tema lo han hecho mucho más comedidamente, como la que hizo la BBC en 1972, protagonizada por Keith Michell. Y mucho más ajustada a la realidad histórica, por supuesto.
ResponderEliminarLa serie norteamericana se ajusta a la historia sólo en un pequeño porcentaje. Y pertenece a ese grupo de series que se han demostrado muy rentables por el hecho de meter sexo a espuertas, aunque no procediera (Espartaco y compañía), por lo que su principal motivación no es dar caña, ni poner a los personajes históricos en su lugar, ni enseñar distrayendo. Sólo ganar dinero.