¿Están los Mercados? Que se pongan. Estos me van a oír. Verán, señores Mercados, es que nos están dando un verano que no tiene ninguna gracia. Y mira que en este pueblo nos gustan las bromas. Pero es que esto que están haciendo ahora ya no es tan gracioso como al principio, que se limitaban a hundir la economía mundial, cerrar empresas, interferir en las políticas de los gobiernos elegidos democráticamente, poner a países enteros al borde de la quiebra, frenar las inversiones, encarecer el precio del dinero, obligar a hacer recortes sociales, mandar a miles de personas al paro… ¡Nos habéis dejado en la bancarrota, pero lo que nos hemos reído! ¡Se nos caían unos lagrimones! Pero es que ahora se están pasando. Con lo apacibles que resultaban los telediarios en verano para dormir la siesta, y ahora con tanto susto no pegamos ojo. Y en este pueblo la siesta es sagrada todo el año, pero en verano le tenemos más devoción que al Santísimo Sacramento.
¿Y podrían decirnos si van a especular mañana? Ya. ¿Y no podían dejarlo para otro día? Mañana nos viene fatal. Bueno, mañana y en los próximos meses. Es que andamos con sueño atrasado. Y sepan que esa prima de Riesgo que dicen no es de la familia. Seguro. A lo mejor es prima del señor de marrón que vive en el pasillo de casa, pero nuestra no. Aquí no la conoce ni la portera, que conoce a todo el mundo. ¿Y qué es eso de que tenemos que pagar un dineral porque los Mercados no tienen confianza en nosotros? Pues podíamos ir a medias como en el desgaste de patio del colegio: nosotros tampoco nos fiamos de ustedes y no les apretamos el cinturón, con lo bien que les vendría. Que nosotros lo tenemos tan apretado que mi suegra ya no necesita faja. Así que no se hable más, hasta nueva orden en vez de jugar en Bolsa van a jugar al Monopoly, que se pueden reír lo mismo pero sin fastidiar la siesta a nadie. Y si no saben aguantar una broma, márchense del pueblo.
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