Pues miro y miro la noticia y sigo sin entender nada. No cabe en la cabeza que un juzgado haya desestimado la demanda que Hermann Tertsch interpuso contra el Gran Wyoming por uno de sus vídeos, y encima haya condenado al pobre hombre a pagar las costas. A ver si me explico, porque el caso es peliagudo.
Según el juzgado, “cuando el espectador se sienta ante su televisor para ver “El intermedio” y al Gran Wyoming lo hace para reírse, para escuchar sus chistes y para ver los montajes de los vídeos que se proyectan, que cualquier telespectador medio es consciente de que estamos ante montajes realizados para entretener. No los confunde nunca con la realidad”. Ostras, señor juez o señora jueza, es que cuando el espectador se sentaba ante su televisor para ver los informativos de Hermann Tertsch en Telemadrid y a Hermann Tertsch mismo también lo hacía para reírse, para escuchar sus chistes y para ver los comentarios que hacía, que cualquier telespectador medio era consciente de que estaba ante montajes realizados para entretener. No los confundía nunca con la realidad. En qué cabeza cabe otra posibilidad.
Es que con el humor pasa lo mismo que con la magia. Hay magos que avisan de que lo son y hay otros que no. Los ingenuos y los despistados creen que sólo los primeros usan trucos mientras que los segundos tienen poderes, pero cualquier espectador medio es consciente de que ambos viven de sus trucos. Pues también hay humoristas que avisan de que lo son, como Wyoming, y hay otros que no, como Tertsch, pero ambos viven de su agudo sentido del humor. Lo que ya no sé es en qué saco echar a Esperanza Aguirre. La presidenta apoyó a su empleado, lesionado y resentido tras una pelea en un bar de copas a las tantas, acusando a Wyoming de “agresión moral por hacerle pasar por un asesino”. ¿Es también ella una cachonda mental o será que realmente tiene poderes?
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