Dijo André Giroux: “El infierno es esperar sin esperanza”. No, Giroux se equivocaba. Dijo Jean-Paul Sartre: “El infierno son los otros”. Para nada, Jean Paul. Dijo Arthur Schopenhauer: “El verdadero infierno es la Tierra”. Tampoco. Dijo Georges Bataille: “El infierno es la idea vaga que Dios nos da de sí mismo”. Grave error, Bataille. Dijo Victor Hugo: “El infierno está todo en esta palabra: soledad”. Que no, Victor, que no os estáis enterando. Dijo Henry Amiel: “El infierno somos nosotros”. Pues no, tampoco el infierno es eso. El infierno, queridos filósofos que contempláis el mundo desde la indiferencia de la eternidad, es, -ha de ser necesariamente-, el macrohipersuperultramegacasting que Telecinco está montando para cubrir las plazas de algún nuevo espacio de humor que rellene los huecos que “Tonterías las justas” y “El hormiguero” van a dejar en la programación de Cuatro tras sus marchas a otras cadenas.
¿Pueden imaginar ustedes un horror semejante? Todos los secundarios, los colaboradores de cualquier categoría, todos aquéllos que alguna vez aparecieron en algún programa de humor de cualquier cadena de la televisión océana y algún familiar les dijo que habían tenido gracia, mirándose de reojo, riendo nerviosos, comiéndose obsesivamente la cabeza para ver cómo pueden vencer a los demás y convencer al productor de turno de que ellos son la elección adecuada para presentar y conducir el nuevo fracaso de Telecinco que durará entre seis y seis y medio programas en antena. Dani Rovira, David Amor, Adriana Abenia, Alberto Casado, Paula Prendes, ¡¡Xavier Deltell!!, Zaina Nara y mil más compitiendo como equinodermos en una charca que se está secando mientras se tratan con toda simpatía supermaja y soportan la presión de demostrar que son geniales.
El infierno no son los otros, ni nosotros, ni la Tierra, ni la soledad, ni la desesperanza, ni la venganza de un dios incomprensible. El infierno han de ser las pruebas de selección para los nuevos programas de humor de Telecinco. Algo muy grave han tenido que hacer los participantes para merecer tal castigo.
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