Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco, dice que no existe la televisión basura, sino la televisión que la gente ve y la televisión que la gente no ve. La frase es digna de un hombre que admite que hace televisión para vender publicidad, que llama “gladiadores” a sus directivos y que liquida la cuestión de Belén Esteban con la palabra “rentable”. Así son los tiburones del negocio audiovisual, queridos amigos. Cuando Epicuro sufría de horribles dolores de vejiga y de intestinos, era feliz recordando las conversaciones filosóficas que había mantenido con sus amigos. Cuando Vasile deje de ser un tiburón y cambie su despacho por una horrible pecera, ¿será feliz recordando sus conversaciones con Belén Esteban y Jorge Javier Vázquez?
Vasile se define como un empleado con mucha responsabilidad, pero se niega a relacionar responsabilidad y poder. Se equivoca. No es sólo que, como dijo antes de morir el tío de Spiderman, un gran poder conlleve una gran responsabilidad, sino que una gran responsabilidad conlleva un gran poder. Supongo que cuando Vasile habla de responsabilidad, está pensando en los beneficios de su empresa y en que Berlusconi esté contento. Pero hay otras responsabilidades. La responsabilidad de contribuir al triunfo de conductas éticamente incompatibles con las que se tejen con paciencia japonesa en las escuelas. La responsabilidad de emitir en abierto toneladas de porquería que no por rentables dejan de ser porquerías. La responsabilidad de vender grasientas chucherías envueltas en el papel de regalo de la libertad. Eso es poder.
Mafalda, en una de sus lúcidas reflexiones, dice que lo malo de las entrevistas es que uno tiene que contestarle en el momento al periodista todo lo que no pudo contestarse a sí mismo en toda la vida y, encima, quedar como inteligente. Los profesionales del negocio del espectáculo como Vasile ya se han contestado a sí mismos todas las preguntas y no necesitan parecer inteligentes, así que hay que escuchar con atención lo que dicen y, sobre todo, lo que no dicen. Vasile niega tener poder y no habla de la televisión basura. Mientras, Spiderman y Mafalda se miran de reojo.
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