Es algo que conviene recordar cuando llega el día del libro, por San Jorge: los libros quedan chulos en los muebles del salón. Eso nadie lo discute. Los libros quedan tan bien en los muebles del salón que en las mueblerías colocan unos cuantos libros por las baldas, aquí y allá, para que los clientes lo veamos todo divino y nos animemos a comprar. Después, ya en casa, llenamos ese mueble de fotos de la familia, recuerdos de algún viaje y detalles de boda. Y libros. Los libros no pueden faltar, qué iban a pensar las visitas. Pero no nos engañemos, el centro del salón, alrededor del que gira todo, es desde hace muchos años el televisor (“¿Que no tienes tele?, ¿entonces hacia dónde miran tus muebles?”, decía Joey en “Friends”).
Resultado: en casa todos tenemos el salón mirando al televisor y unos cuantos libros colocados estratégicamente por las baldas, aquí y allá. Pero, ¿sabían que ahora lo más de lo más, lo último de lo último, es poner algún libro encima de la mesa de centro del salón? Un libro abandonado descuidadamente en el lugar preciso añade un toque de distinción muy del gusto de la gente bien. Un libro con el marcapáginas sobresaliendo rompe la simetría y brinda el contrapunto que todo decorador persigue. Un libro junto al mando a distancia sugiere una ventana abierta a otros mundos que la tele no es capaz de alcanzar.
Cuidemos nuestra casa. Ya sabemos que las visitas se fijan en todo. Elijamos ese libro olvidado que decora el mueble del salón desde hace años y que siempre dijimos que nos gustaría leer si tuviéramos tiempo. Busquemos un marcapáginas. Coloquémoslo todo bien dispuesto junto al mando a distancia. El marcapáginas tiene que sobresalir un poco más. Así. Queda precioso. Ya sólo falta esperar ese día mágico en que, sin saber muy bien por qué, al sentarnos en el sofá decidamos coger el libro en vez del mando a distancia.
1 comentario:
Tengo libros, muchos libros y no en las estanterías de adorno si no en unas creadas específicamente para ellos y sí, en mi casa siempre hay un libro sobre la mesa con el marcapáginas sobresaliendo, el libro que me esté leyendo en cada momento y suelo tardar más en encontrar el mando de la tele que el libro porque me importa menos saber dónde se encuentra y sin embargo el libro siempre lo tengo localizado.
Me reconozco como una anormalidad dentro de la sociedad actual y lo peor es que anormalidades así no conozco ninguna, me siento sola rodeada de controladores de mandos a distancia.
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