El estreno de la segunda temporada de “V” (TNT) nos regaló la presencia de Diana, malvadísima protagonista de la serie original. Durante años, muchos seguidores de “V” soñaron con Diana por culpa de su ceñido uniforme rojo y su afición a devorar ratones vivos, pero ahora Diana es la madre de Anna, la líder de los Visitantes, y quiere vengarse de su hija después de llevar años encerrada en una celda. Más allá del regreso de Diana, de la belleza hipnótica de Anna, del parecido de Tyler (el hijo de la agente del FBI Erica Evans) con el delantero del Barça Bojan Krkic, de los diálogos filosóficamente marcianos (“rezamos para tener una respuesta, ya sea de Dios o de Anna”) y de una Quinta Columna que necesita urgentemente unos estatutos, la serie “V” es interesante porque los visitantes intentan convencer a los humanos de que son gente de paz con dos regalos: hospitales con tecnología casi milagrosa, y energía ilimitada y no contaminante. Gracias, pero seguís sin caernos bien.
Salud y energía. El hospital fue la gran innovación médica de la Antigüedad tardía, y el emperador Justiniano (siglo IV) puso fin a los subsidios estatales que recibían los médicos y los transfirió a los hospitales. Los hospitales para humanos de los Visitantes son centros de tratamiento, pero si a lo largo de la serie se convierten también en hospicios y asilos de indigentes habrá que pensar que los guionistas de “V” saben que la historia puede ser una buena maestra de la ciencia-ficción. Supongo que los médicos humanos de “V” estarán tan mosqueados con Anna como los médicos de Constantinopla con Justiniano, y los Emiratos Árabes, que deben su extravagante riqueza al petróleo, tampoco estarán muy contentos con esa energía extraterrestre que les llevará a la ruina y a interrumpir la construcción de campos de golf en el desierto. Y, con todo, los Visitantes no caen bien no sólo a los médicos y a los Emiratos Árabes, sino que no caen bien a casi nadie. ¿Por qué? Porque los Visitantes creen, como Sheldon Cooper, que existe una especie de algoritmo para hacer amigos. Y no es así. Salud y energía no es el algoritmo de la amistad humana, y ni siquiera da votos. Berlusconi puede volver a ganar unas elecciones. ¿Entiendes eso, Anna?
Extraodinario, vuestro artículo de hoy. Más que televisión.
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