Concha García Campoy es una gran profesional y esas cosas. Y está muy bien que haya sobrevivido al destrozo que está causando la entrada del elefante de Telecinco en la cacharrería de Cuatro. Pero agradecer a su nuevo jefe que la haya puesto al frente del informativo matinal de Telecinco diciendo que se alegra de que su nueva cadena no tenga inclinación política ya es pasarse. Pero, ojo, no porque eso suponga acusar a sus antiguos jefes de Cuatro de tener inclinación política -que la tenían-, sino por ese empeño en recurrir al viejo engaño que supone situarse en un idílico punto neutral alejado de toda ideología que es tan inocente, bonito y simpático como un unicornio poni de color rosa. De ambos apetece fiarse plenamente si no fuera porque te hace recelar de ellos el hecho de que no existen.
Todos hablamos desde alguna posición, la que sea. Y la primera muestra de honradez es reconocerla, no negarla para atrapar incautos. El romano Lucrecio afirma que estamos formados por átomos que caen, pero no siguen una imparcial línea recta porque se produce un “clinamen” o inclinación que altera su trayectoria. Según esto, ni Telecinco, ni Cuatro ni la señora Campoy (ni usted ni yo) seguimos una línea recta nunca porque las inclinaciones, como los átomos, forman parte de lo que somos.
¿Hacia dónde se inclina Telecinco? Eso deberían decirlo ellos, pero, como curiosidad les apunto que, al llegar a su nueva casa, Campoy afirmó que todas las noticias tienen un lado frívolo que se puede tratar. Ah, y que es estupendo que lo más importante para una cadena de televisión sea ganar dinero. Hombre, eso ya parece ser una inclinación más que considerable. De hecho, Campoy podría haber dicho que los informativos están en las antípodas de “Sálvame”. Y que igual que se dice que Aristóteles era amigo de Platón pero más amigo de la verdad, los informativos pueden ser amigos del dinero pero son más amigos de la verdad. Sin embargo, en un alarde de recta neutralidad, se inclinó por no decirlo.
1 comentario:
Terrible, apocaliptico!
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