La 1 estrenó la noche del miércoles “En familia”. Si el programa se hubiera estrenado hace unas décadas podía estar dedicado a lo normal: a cómo entrar todos en un Seat 600, al rezo del rosario como le gustaba a Franco o a la desaparición de Chencho (“¡Chenchooo!”). Pero como ya pasaron unos años desde que Adolfo Suárez pronunciara aquel histórico primer discurso televisivo de 1976, TVE parece decidida a elevar a la categoría política de televisivamente normal lo que a nivel de calle es plenamente normal. Es lo que tiene lo normal: que no se está quieto. Lo normal de ahora no es lo normal de antes porque lo normal es que lo normal cambie.
“La familia es la célula de la sociedad moderna”, cantaba “Siniestro Total”. Luego dice cosas peores: “Sobrinitos aulladores que patean los pasillos, y mi tía embarazada por el cerdo del vecino. Da gusto ver a todos así de tranquilitos, cada uno a lo suyo en la chabola en que vivimos”. No se alarmen, “En familia” no empezó con un capítulo dedicado a las familias desestructuradas, sino con uno dedicado a las que trabajan juntas. Y hay de todo. Fue como si viéramos una versión del “hay gente pa’tó” pero en versión familiar. Así que si en los desfiles se trata de que la bandera de España deje de ser la de unos pocos para ser la de todos, ahora se trata de hacer que la familia deje de ser la bandera de unos pocos y pase a ser la de todos.
Por eso en “La familia” no vimos la Idea de Familia tal y como la alumbró la mente de Dios cuando, según san Agustín, creó el mundo. Vimos familias reales que venden en el mercado, hacen pan, submarinismo, forman una minicomuna hippie o tienen una librería… ¡y están formadas por dos mujeres con un proyecto de vida en común! Sólo faltó una Familia Real que, rebosante de paz y armonía, se dispusiera a gobernar un reino. No importa, eso ya lo vimos en “Sofía”, Antena 3, un poco antes.
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