A mi amigo Pepe no le gusta Bruce Springsteen. Vale, vale, no me preguntéis por qué. Yo tampoco me lo explico. En otro orden de cosas es un tipo normal, magnífico incluso en muchos aspectos. Pero escucha "Thunder Road" y no se le tensan las tripas. Puede estar charlando en un bar en el que está sonando cualquier canción de "The river" y sigue el hilo de la conversación sin distraerse. Le pones "Nebraska" enterito y durante los diez temazos su cara parece indicar que aún no ha empezado a sonar nada. No te preocupes, Pepe, cuenta con nosotros: en otra época, en otro país, estarías condenado a la marginalidad, a vivir sin techo por los caminos mientras los niños te tiran piedras y los adultos te impiden que te acerques a sus casas. Pero tienes la ventaja de vivir en un Estado en el que existe una cadena de televisión pública que atiende tanto a la terapia espiritual de la población más desencaminada como a las más altas cimas de la creación artística. Para Pepe en primer lugar y en segundo lugar para el resto de la audiencia, La 2 emitió el otro día "The promise: the making of Darkness On The Edge Of Town".
Y, claro, con un documental así es seguro que hasta mi amigo Pepe se ha vuelto un enfebrecido seguidor de Bruce Springsteen. Entre 1975 y 1980, Springsteen publicó tres discos, -"Born to run", "Darkness on the edge of town" y "The river"-, que cambiarían para siempre la historia del rock and roll. Y durante hora y media La 2 nos ofreció las tripas de esa trasformación, atisbos de las decenas de canciones que quedaron por el camino, la intensidad de una banda que sólo vivía para meter en tres acordes y estrofas de cuatro versos los ingredientes esenciales de todas las cosas que de verdad importan. Treinta años después nadie ha vuelto a expresar mejor todas las experiencias que la gente normal, -mi amigo Pepe, y yo, y usted, lector-, no sabemos expresar. Él no lo reconocerá, pero conocidos comunes me han contado que ya vieron ayer a Pepe escuchando a escondidas a Bruce Springsteen.
Vaya por delante lo de "es mi blog y me lo f... como quiero y si no te gusta no lo leas", pero a veces me gustaría que los críticos de televisión (no sólo 625 sino otros) hablaran de esas cosas maravillosas ANTES de que las emitan, y no después, para aquellos que no encendemos demasiado la tele pero sí nos movemos por un par de blogs de cabecera para saber qué se cuece en ese espacio virtual que de momento es el más importante de la piel de toro, y que escriben tan bien que saben contagiar sus intereses a lectores empáticos.
ResponderEliminarTuve un ex con el que no fui capaz de sentir nada por el jefe, a lo mejor con este documental empezaba a entenderle un poco, porque la mitomanía Bruce es para mí uno más de los misterios del universo.
Me sorprendo muchísimo de haber llegado hasta aquí por primera vez y encontrarme con una entrada sobre rock. Bruce siempre será un enigma y dejara cosas por el camino que ni la televisión, ni revistas, ni ningún tipo de medio de comunicación descubrirá. Al igual que todo cantante de rock. Jamás pensé que podría leer algo sobre usted de música a pesar de llevar tiempo intentándolo (casi tres meses). Prometo seguir leyéndole y esperar llevar tan grata sorpresa como la de hoy. Siempre he dicho que a mis hijos (si los tengo) les haré creer en la fe del rock. Algún día les enseñare esta entrada. Un saludo :)
ResponderEliminarPffff, Bruce Springsteen probablemente sea uno de los cantantes más sobrevalorados que existen.
ResponderEliminarNo soy demasiado fan de Bruce, pero vi de chiripa ese documental y desde entonces no puedo dejar de escuchar ese disco.
ResponderEliminarA veces la tele te da unas sorpresas...