Dame pan y llámame Emilio Rodríguez Menéndez. Llamadme micropene, caquitas, cobarde, miserable, mentiroso, delincuente, impotente, ladrón, mafioso, pervertido, estafador, maloliente, tartaja, bocafuelle, chantajista. Montadme la mayor campaña de desprestigio de la historia de la televisión. Haced que incluso los propios presentadores de los programas más populares de Telecinco me insulten gritando. Ocupaos de producir videoclips en los que se me humilla, se me ridiculiza con montajes patéticos, se da por supuesto que soy una de las peores personas que jamás ha producido la especie humana. Pero luego pagadme. Soltad hasta el último céntimo de todo el dinero que hemos convenido que me pagaríais por poner mi carita en antena para que os cisqueis en ella. ¿A cómo sale el minuto de linchamiento mediático? Yo os lo voy a decir y vosotros vais a cumplir vuestra parte rigurosamente.
Habéis contado con todo detalle cada aspecto truculento de mis relaciones y de mis negocios. Bueno, no... de mis negocios, no. Hay un aspecto de mis negocios en el que aún no os habéis centrado, porque no he visto que dediquéis ningún "Sálvame", ninguna "Noria", a detallar el negociazo que estoy haciendo con vosotros. Por los pasillos de mis pisos se veían con frecuencia a narcotraficantes y proxenetas. Ahora se ven a abogados de Telecinco. Hay gente que hace negocio vendiendo productos para el pelo, otros se ganan la vida con la industria automovilística, hay gente que cuando las cosas se ponen difíciles obtiene unas perrillas extras dando clases particulares. Mi trabajo consiste en ser insultado en vuestra telebasura, y muchos españoles se replantearían su vocación profesional si supieran lo mucho que me pagáis por insultarme. Por insultarme y porque os insulte. Si soy el tipejo que todos unáninemente decís que soy, ¿no os da un poquito de vergüenza estar dándome toda esta pasta? Seguid llamándome lo que os dé la gana. Pero seguid dándome pan.
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