Dicen las Sagradas Escrituras que sólo aquéllos que cumplen la voluntad del Padre podrán entrar en el Reino de los Cielos. Dijo Paula Prendes el otro día que sólo aquéllas que sean guapas podrán entrar en "Sé lo que hicisteis". No es una blasfemia. Son unas declaraciones en donde se refleja con toda claridad cómo la perfección estética está cumpliendo en la actualidad la misma función que la perfección moral cumplió a lo largo de los siglos pasados: la humillación y el sometimiento de los ciudadanos tras convencerlos de la necesidad de cumplir unos requisitos que resultan imposibles de satisfacer para la práctica totalidad de ellos. El paralelismo no es forzado: la fama como el nuevo Cielo, los famosos como los nuevos modelos de Santidad, la condición de fan como la nueva condición de creyente, la belleza física como el nuevo mandamiento divino en el que se resumen todos los demás y cuyo cumplimiento es un imperativo que pasa por encima de cualquier otro precepto de otra categoría.
Haciendo uso de la perspicacia más afilada, las mentes más lúcidas de nuestra civilización ya albergaban una ligera sospecha de que el personal femenino de SLQH era elegido según un conjunto de criterios dentro del cual la belleza física no figura en último lugar. Pilar Rubio, Patricia Conde, Berta Collado. Las declaraciones de Paula Prendes nos lo ha confirmado. Y por encima de la obviedad lo fundamental es que la frase de esta chica tan mona no tomó la forma de una denuncia insatisfecha, sino el babeo complaciente del que sabe que ha entrado en un club cuyas reglas son fijas como la naturaleza. "¿Tu marido te ha sido siempre fiel?", le preguntaron el otro día a una mujer rica en "Mujeres ricas"; "Bueno...", dudó, "mi marido es un hombre", concluyó. Antes las leyes las decidía Dios. Ahora las deciden los estilistas de la televisión privada. Antes gritábamos "ni dios ni amo" como lema de nuestra liberación. Ahora hace falta que todos, -pero especialmente las mujeres más jóvenes, las más inocentes, las que se someten más sumisamente a estas doctrinas-, gritemos "ni famosas ni amo".
Yo no diría que las palabras de Paula han confirmado nada. Más bien me parecen la típica afirmación gratuita, absurda y chorra de una guapa tonta, o que se hace la tonta, si quieres, que no es mi intención insultar a nadie. O sea, digna participante de cualquier concurso de obviedades. Y la que se ha liado por la tontería es para mear y no echar gota (no van a ser las guapas las únicas que digan obviedades en este absurdo mundo). En cualquier caso, ese matiz que añades es importante (y dolorosamente cierto): no parece decirlo como una crítica, sino como una autoafirmación. Y eso sí que me parece muy tonto.
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