Ya lo hemos hablado más veces, Wyoming. Yo es que creo que te equivocas radicalmente con el trato que das a las tertulias de extrema derecha tedeteras. A esa gente ni agua. No hay que nombrarlos ni aunque sea para denunciar lo perversos que son, la ruindad extrema en la que están empapados todos sus argumentos, cómo mienten, -dios mío, cómo mienten: sin parar, sin pestañear, cómo se regodean en las exageraciones delirantes y en el mundo marciano y alucinado en el que viven-. Y tú, dale que te pego, haciéndoles propaganda dos de cada tres días. Que sí, ya sé que te ríes de ellos. Sí, sí, ya sé que les metes una caña brutal, pero es que no estoy nada seguro de que eso les moleste. Es más, perfectamente me los imagino frotándose las manos, seguros de que los espacios publicitarios que gratuitamente les concedes no les van a hacer perder ni un solo espectador que pudieran tener sin ellos, pero les hace ganar un fino goteo de despistados a través de la notoriedad que obtienen de ti.
Ni siquiera cuando uno de esos contertulios relaciona la educación sexual con los asesinatos. Lo pusiste anteayer en "El intermedio". Fue nauseabundo. Los asesinos de Marta del Castillo, -venía a decir uno de esos charlatanes-, han recibido una educación sexual en donde se les ha animado a explorar el sexo, a disfrutar de él, y, claro, una pequeña parte de los alumnos a los que se les llena la cabeza con esas ideas termina asesinando. Como se pueda tener una mente tan enferma es algo que dejaremos a los psicopatólogos, -hablando de mentes enfermas, quisiera denunciar sin ironías el intolerable abuso que un tal Sostres que jamás sería amigo mío ha sufrido al ver publicadas unas asquerosas conversaciones privadas-, a los cuales el secreto profesional también les obligará a callar sus identidades y los nombres de las empresas para las que trabajan. Y nosotros deberíamos hacer lo mismo. Ni agua. Aunque el cuerpo nos pida justo lo contrario. Aunque sus premeditadas provocaciones te resuelvan dos de cada tres programas, Guayo.
Sólo quería mencionar que eso de Sostres no era una conversación privada. Estaba en el curro, rodeado de un montón de gente, y encima de invitados de fuera, y encima de niños, de los que se rió a la cara.
ResponderEliminarEso no es una conversación privada. Es una chulería, una sinvergonzonería y una falta de educación... en público.