"Museo Coconut" tiene un problema. Este programa de televisión cuenta con un numeroso público fiel, caracterizado por ser gente joven, alternativa, muy entrenada en lenguajes audiovisuales contemporáneos y por tanto muy preparada para entender la parodía del sarcasmo de la ironía que muchas veces practica Joaquín Reyes y su Circo. Es gente muy despierta, quizá más inteligente que la media, que exige a los medios un saludable alejamiento de los transitados tópicos habituales. ¿Me falta por citar alguna característica más del perfil típico del espectador típico al que va dirigido "Museo Coconut? No sé... ah, sí, es gente que nunca ve la televisión.
Y dirigirse a un público que no ve la televisión es un problema para un programa de televisión. "Coconut" arrancó en Neox con unos índices de audiencia muy satisfactorios. De hecho, su estreno supuso la mejor marca de la filial de Antena 3 en toda su existencia. Y sin embargo a partir de esa primera semana comenzaron a bajar aceleradamente sus shares hasta llegar a un mínimo del 2,3% el pasado lunes. Vale, vale, a lo mejor es que "Coconut" no es el producto chanante que todos esperábamos. Pero yo me inclino a pensar que el grueso de la explicación más tiene que ver con las causas por las que nunca funcionaría un programa de radio para sordos.
Tomen nota: la generación de androides mutantes que ríen ausentes a nuestra espalda y nos miran como si los raros fuéramos nosotros ha dejado de ver la televisión en el televisor. La siguen viendo, -sólo un poco-, en el ordenador. Y los audímetros no están instalados en los ordenadores sino en los televisores. Estoy seguro de que antes de que la UE rescate de la bancarrota a dos o tres países más comenzarán a practicarse medidas de la audiencia basadas en los espectadores on line. Sólo entonces conoceremos el verdadero índice de seguimiento de "Museo Coconut". Hasta ese momento conviene que los programas de televisión planeen cuidadosamente el público al que se dirigen. Elegir un público que vea la televisión puede ser un buen punto de partida.
totalmente de acuerdo.es difícil hacer surf en el fregadero de la cocina.
ResponderEliminarEl bucle, la paradoja: si los programadores deben planificar pensando en la audiencia que ve televisión, no tiene sentido esperar ese aumento de nivel del entretenimiento que tanto se demanda. Hace unas semanas poníais de manifiesto el fracaso de la remodelación de la línea de La2. ¿No será por el mismo motivo por el que fracasa este museo?
ResponderEliminarA mí, sinceramente, los programas de Joaquín Reyes me ha parecido siempre que deben ser más divertidos de hacer que de ver...
ResponderEliminarComo programa de humor que tiene su gracia a ratos, cosa que ya es decir bastante, recomendaría Ciudad K, de la 2.