2/10/10

NOSTALGIA DE LA NOSTALGIA


Sorprendan gratamente a su familia en Nochebuena aprendiéndose este sentido villancico

La nostalgia ya no es lo que era. Para nostalgia buena, la de antes. Aquello sí que era nostalgia de verdad. Nostalgia de la buena. Pero ahora, ya ves, La 1 estrena un programa de nostalgia el jueves a las tantas y cuando vas a verlo resulta ser el mismo programa nostálgico que había antes, pero con otro nombre para disimular. Antes se llamaba “50 años de” y ahora se llama “Cómo hemos cambiado”. Y, sí, hemos cambiado, pero sólo el cartelito del principio. Lo demás es igual: la misma sintonía, la misma intención de resucitar el pasado de forma temática y neutra, la misma forma de amortizar los enormes archivos de TVE con poco gasto y un acabado correcto. Y, sí, “Cómo hemos cambiado” está bien porque “50 años de...” estaba bien, pero te deja así, con el cuerpo un poco triste. Como cuando te vas a la cama después de cenar sólo un yogur. Como cuando sales a la calle después de desayunar sólo un yogur. Como si tuvieras la nostalgia haciendo la dieta del yogur.

La nostalgia buena era la que hacía Guillermo Summers hace años. Entonces daba gusto ponerse nostálgico, no como ahora que ni fu ni fa. Con Summers echabas de menos los programas de antes mucho mejor que ahora, que sí, los echas de menos, pero menos. Si es que la tele de ahora sólo consigue que echemos de menos cómo echábamos de menos la tele de antes en la tele de antes. Y lo bien le que daba la réplica a Summers Susana Hernández. Un cielo de mujer. Porque Summers, Ignacio Salas y Pastora Vega habían estado inmensos en los ochenta con “Y sin embargo, te quiero”, pero “Devórame otra vez”, “Lo que en tiempos se llevó”, “Érase una vez la tele” y “Mitomanía” marcaron en los noventa el referente universal de cómo deben ser los programas nostálgicos, con su sal y su pimienta, con su revisión periódica de aquel friki, José Luis y su guitarra, cantando “Gibraltar, español”. Ah, qué tiempos aquellos.

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